Para muchos de nosotros es muy difícil mantenernos en silencio. Preferimos el ruido exterior, el ruido de nuestros pensamientos, porque estar en silencio nos da miedo, ya que nos conecta con nosotros mismos y eso, muchas veces, puede ser aterrador. El estar en silencio nos ofrece la posibilidad de sentir todo lo que somos, nuestros pensamientos y emociones, miedos, enojos, alegrías, frustraciones, etc.

 

El silencio nos puede llevar a conectarnos con la energía que también corre por nosotros, y nos puede dar el espacio adecuado para darnos cuenta de la que se encuentra bloqueada en alguna parte de nuestro cuerpo (por ejemplo, donde sentimos tensión y dolor). Lo común es que no sepamos mantenernos en silencio, pues no estamos entrenados para ello ni tampoco para dejarnos sentir. Es más fácil para nosotros evadir, ya que aprendimos a “vivir” desconectados porque así era más fácil resistir los embates de la vida, sin sentirnos, bloqueándonos a todo lo que en realidad sucede dentro de nosotros.

 

columna monica silencioSin embargo, hoy te invito a que pruebes y te regales unos espacios de silencio, para que te escuches, te reconozcas y puedas ver lo poderosos que estos espacios pueden ser, ya que a través de ellos podemos, tal vez, encontrar nuevas respuestas. El silencio es poderoso, por ejemplo, en momentos de enojo y de tensión, ya que nos puede ayudar para darle la dimensión adecuada a lo que está sucediendo. Así, el silencio muchas veces evita que la emoción explote sin control.

 

Por otro lado, el silencio y la respiración pueden ser muy buenos aliados para darnos el tiempo y el espacio de encontrar nuevas respuestas y nuevos caminos a aquello que nos sucede. Si de repente te sientes desbordado por alguna emoción, como el enojo, respira profundo varias veces y mantente en silencio, conectado con tu respiración. Poco a poco puedes sentir que el enojo baja de intensidad y puedes pensar mejor.

 

En las terapias, aprender a escuchar y aceptar el silencio del otro puede llegar a ser muy sanador, ya que así permitimos que el otro se vea a sí mismo, se deje ir y se pueda escuchar desde otro lugar más interno, aceptando que no siempre tenemos respuestas rápidas y adecuadas para todo. El silencio, en ocasiones, nos dice más que mil palabras y puede ser mucho más confrontador que hablar.

 

Aprender del silencio puede ser una gran herramienta para todos, porque entonces podemos empezar a escucharnos, a sentirnos, a reconocernos, así como a responder desde otro lugar, uno más reflexivo, más profundo e interno. En muchos textos de autoconocimiento se afirma que todas las respuestas están dentro de nosotros, sólo hay que saber escucharnos en silencio, sin el ruido que muchas veces nos nubla y no nos permite realmente conectarnos con nuestra verdad interior.