Con el fin de responder algunas interrogantes históricas, estudiantes del Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) analizan el estado de conservación del saco de lino que portaba el líder revolucionario Francisco Villa (1878-1923) el día de su muerte.

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los estudiantes elaboraron un maniquí hecho a la medida para presentar una alternativa y mejorar la lectura de los orificios de bala que dan un valor histórico a la prenda.

 

La investigación condujo a dos hipótesis, la primera es que la falta de huellas de sangre hace suponer que Austreberta Rentería, a quien se le entregó la prenda después del asesinato de Villa, pudo haberla lavado.

 

Sin embargo, hasta el momento, las pruebas de laboratorio han sido insuficientes para detectar este componente; no obstante, las arrugas más significativas se removieron sin aplicar calor directo que pudiera despolimerizar las proteínas que contiene la sangre, con el fin de someterla en el futuro a otro tipo de análisis.

 

La segunda hipótesis es relativa a que al no haber rastro del proyectil que hirió el corazón de Villa, hace suponer que el general llevaba abierto el saco en el momento del atentado, y con ello se confirmaría que se trataba de un saco y no de una camisa, como se pensaba.

 

El asesinato del general Francisco Villa ocurrió el 20 de julio de 1923 en la ciudad de Parral, Chihuahua, ese día portaba un saco de lino, el cual fue donado por su segunda esposa, Austreberta Rentería, al INAH a mediados de 1970.

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La prenda pertenece a la colección del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, y llegó a la ENCRyM en julio del año pasado para ser atendida por un grupo de estudiantes de tercer semestre de licenciatura del Seminario Taller de Conservación y Restauración de Materiales Textiles.

 

El saco de Francisco Villa presenta once orificios y no expone a simple vista las huellas de sangre que provocaron las heridas. “Hay cierto tipo de piezas que no se lavan, no se planchan o prácticamente no se cosen, porque algunas obras no se pueden tocar debido a que son fuente primaria de un acontecimiento histórico”, aseguró la restauradora Lorena Román.

 

Después del estudio histórico, las especialistas en formación Mónica Pinillos, Cecilia Colín y Andrea Ortiz, identificaron la materia prima y la técnica de factura. Con la elaboración de un patronaje, emprendieron la confección de la prenda y detectaron el grado de deterioro que habría de atenderse. Este proceso concluyó con el dictamen de conservación.

 

El saco que Francisco Villa vestía el día de su asesinato estaba hecho a la medida, con el estilo propio de su dueño y de lino color marfil, tejido ligero con el que se confeccionaban algunas vestimentas para climas cálidos como el de Chihuahua.

 

El material de composición se encontró estable, pero fue necesario coser el extremo de la manga izquierda, cortada para extraer la prenda del cuerpo en el lecho de muerte, con el propósito de detener la pérdida de hilos.