Ayer se confirmó que cuando el Tri es favorito no hay que apostar a su favor. Así lo demostró el empate a cero ante Australia, en la Copa del Mundo Sub 17, que se desarrolla en Chile. Los pupilos de Mario Arteaga no pudieron asegurar su pase a la siguiente ronda y tendrán que esperar el duelo ante Alemania para definir su futuro.

 

No es nuevo en los verdes. Apenas en el arranque del certamen México se impuso, de manera tranquila, 2-0 a Argentina, en un partido en que bien pudo terminar con una diferencia más amplia a favor de los mexicanos. Para más ejemplos, nada más recordar la épica Copa del Mundo Sub-17 de Perú 2005, cuando los verdes fueron campeones bajo las órdenes de Jesús Ramírez y despacharon a potencias del calibre de Uruguay, en fase de grupos; Holanda, en Semifinales por goleada de 4-0; y el 3-0 que le encajaron a Brasil, en la Final; pero sufrieron hasta los penaltis, en los Cuartos de Final, para eliminar a Costa Rica.

 

Ahora, el equipo de Arteaga tendrá que jugarse el pase en el cierre ante Alemania que, por lo visto en el pasado, no sería una campanada que los verdes se impongan. Para ello tendrían que afinar la puntería, porque ayer en el estadio Nelson Oyarzún Arenas, ubicado en la ciudad de Chillán, los mexicanos no concretaron un tanto ni con 20 minutos de tiempo agregado.

 

Fallaron desde Eduardo Aguirre, que incluso estrelló un remate de cabeza en el poste, hasta Gurrola, Esquivel y compañía. En plena agonía del encuentro, cuando el empate a cero estaba cantado, el arquero Romero salvó, con una elástica estirada, la portería verde de una derrota que los hubiera puesto ante un verdadero crucigrama.

 

Es costumbre de los verdes sufrir cuando es favorito, aplastar cuando su etiqueta dice “víctima”.