Adrián Castro Macias, de 22 años de edad, nació con la mandíbula pegada al cráneo.

 

Hace menos de un mes que se recupera de una intervención que duró 12 horas, en la que participaron médicos de diversas especialidades, que le ha permitido hacer lo que a la mayoría les parece normal: respirar por la nariz, abrir y cerrar la boca, masticar adecuadamente los alimentos y hablar con naturalidad.

 

No tengo palabras para describir mi felicidad”, señala el joven, que empezó a ser atendido a los 7 años en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, donde sus dos médicos, Laura Leticia Pacheco Ruíz y Jorge Chaurand Lara, explicaron los detalles de la operación, la primera en el país que usa la tecnología cad-cam.

 

El joven –que estudia segundo semestre de pedagogía en la Universidad Cultural y practica box– afirma que él nunca se ha sentido diferente, a pesar de que su cara –dado la problemática que presentaba, era diferente.

 

Nunca dejé que el bullying me deprimiera; aprendí a vivir con esto; sabía que esto iba a mejorar”, dice, pero reconoce con voz quebrada que “hubo momentos en que no quería salir a la calle”.

 

La hermana de Adrián, Michelle, cuatro años mayor, nació exactamente con el mismo problema, pero lo pudo superar antes porque se siguió a pie puntillas todas las recomendaciones médicas. Este muchacho no, por lo que los galenos decidieron esperar a que creciera un poco más y ayudara a su propia recuperación.

 

Adrián tenía por qué estar inconforme. A los 4 años tuvo su primera intervención en el hospital Manuel Gea González, lo remitieron al 20 de Noviembre a los 7, ya con dos operaciones.

 

Tuvo dos más en este último nosocomio, antes de la de hace un mes. “Esta es definitiva”, manifestaron los doctores. La tecnología y las experiencias en otros países lo confirman.

 

Los médicos explican que en su intervención se liberó la anquilosis y, simultáneamente se colocó un implante hecho a la medida. “Eso es algo que no se había realizado antes; estamos tratando de resolver todo en una misma cirugía y usando la tecnología para que el implante sea más duradero y efectivo”.

 

Adrián se sometió anteriormente a dos liberaciones de anquilosis y en una de ellas se le colocó parte de su costilla. El problema es que, cada vez, el muchacho presentaba crecimiento de hueso y se necesitaba una solución de tajo. “Ya no hay hueso en la zona; hay titanio y material plástico”.

 

Los doctores indican que cuando un paciente padece anquilosis tiene que ser intervenido varias veces en el transcurso de su crecimiento. “Es un padecimiento complejo”.

 

Pacheco Ruíz dijo que la anquilosis es frecuente y ello tiene que ver con el traumatismo. Los niños pequeños pueden pegarse en el mentón y los padres no reparan que puede haber un problema mayor. En el caso de Adrián, empero, es un caso de nacimiento que puede ser multifactorial.

 

La nueva tecnología podrá beneficiar a otros pacientes, “quienes se someterán a un solo procedimiento para resolver su vida”, señaló el médico y añade que con la nueva tecnología se hará reconstrucción mandibular, craneal y tercio medio facial.

 

La tecnología permite diseñar a través de un software y, a la vez, procesar el implante a través de todo un proceso digital, electrónico, hasta tener el implante final.

 

En este caso se utilizó un material biocompatible, el titanio, pero hay diferentes materiales, que permiten no tomar el injerto del propio paciente, lo que significa una cirugía más larga.

 

Se prevé que el implante tenga una vida útil de alrededor de 40 años.  DM