BERLÍN. El escándalo por la presunta cooperación entre Alemania y Estados Unidos en el espionaje a sus aliados pesa sobre la canciller Angela Merkel, a la que tanto la Justicia de su país como de la vecina Austria apremiaron ayer a dar explicaciones, mientras crecen las tensiones en el seno de su coalición de Gobierno.

 

Dos ministros del núcleo duro de la canciller -el de Interior, Thomas de Maizière, y de la Cancillería, Peter Altmaier- comparecieron ante la comisión de secretos oficiales por la supuesta captura de datos por parte de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadunidense con ayuda del servicio federal de Información alemán (BND).

 

La reunión, bajo estricto compromiso de confidencialidad, seguía a las informaciones difundidas estos días sobre unos dos mil objetivos que la NSA habría estado siguiendo, apuntalada por la central de capturas del BND en Bad Aibling (Baviera).

 

Se trataría de una cuestión aún más delicada que el llamado “espionaje entre amigos” -a gobiernos aliados- que en su momento provocó las protestas de Merkel ante Washington, ya que podría afectar los intereses de grandes empresas.

 

Según las informaciones difundidas por Der Spiegel y Süddeutsche Zeitung, la cooperación entre ambos servicios de espionaje no se limita a capturas de direcciones de correos electrónicos o IP de gobiernos e instituciones europeas, sino también de importantes compañías.

 

La sesión de la comisión de secretos oficiales era a puerta cerrada, pero al término de ella De Maizière aseguró a la prensa que la lista de esos dos mil teóricos objetivos no contiene datos de empresas, principal foco de tensión esos días en Alemania.

 

La presión sobre la canciller se ha intensificado tanto en el seno de la coalición, como desde la oposición y por parte de la Justicia, ya que el fiscal general, Harald Range, instó a Cancillería a facilitarle la lista de los objetivos de la NSA.

 

En declaraciones a una radio de Bremen Merkel se declaró dispuesta a comparecer, si así se le requiere, ante la comisión parlamentaria que investiga las escuchas masivas de la NSA.

 

La canciller, quien en su momento criticó duramente el denominado “espionaje entre amigos”, fue evasiva esta semana al ser interrogada sobre la cuestión.

 

Un 62% de los encuestados cree que el escándalo perjudica la imagen de la canciller, frente a un 18% que considera que no está en peligro la hasta ahora inquebrantable popularidad de Merkel entre su electorado.