Henrique Capriles había ganado en las elecciones del 14 de abril de 2013 en Venezuela. “Suya era la banda tricolor que, no obstante, al final de un proceso amañado, se acabaría poniendo Nicolás Maduro.”

 

El libro Bumeran Chávez. Los fraudes que llevaron al colapso de Venezuela escrito por el periodista, Emili J. Blasco, aporta nuevas primicias sobre la injerencia de Cuba y el fraude electoral.

 

“Un sistema informático paralelo al oficial permitía al chavismo saber en tiempo real a lo largo del día la evolución del voto, así como el número de votos falsos que debía producir para girar el resultado”, se puede leer en un detallado relato sobre la jornada electoral de aquel 14 de abril.

 

Luego de varias horas, el candidato de la Mesa de la Unidad (MUD) había cobrado ya buena delantera, por lo que dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hicieron una reunión de urgencia, a la que luego se sumó el vicepresidente Jorge Arreaza.

 

“Es cuando ese día se cayó el sistema de internet.”

 

Despúes, “cuando se restituyó el servicio las pantallas de las computadoras comenzaron a revertir la situación: iban llegando más votos para Maduro”, continúa el estracto del libro publicado en el diario español ABC.

 

Los votos para Maduro fueron más abundantes en los centros que demoraron su cierre, con un inexplicable pico, del todo anómalo. El actual presidente venezolano recibió más de seiscientos mil votos, “un volumen que materialmente no era posible sumar mediante el procedimiento natural de votación.”

 

En el libro, se indica que el robo electoral fue confirmado confidencialmente a Estados Unidos por algunos de los principales dirigentes chavistas.

 

“Desaparecido Chávez, algunos comenzaron a entablar contactos indirectos para limpiar su pasado. Emisarios de Diosdado Cabello y del nuevo ministro de Interior y Justicia, el general Miguel Rodríguez Torres, reconocieron lo que todo el mundo sospechaba. “Vale, es verdad. Añadimos trescientos cincuenta mil votos.”