Vendaval, avalancha, tornado, cualquier meteoro, pero de color amarillo, eso fue lo que golpeó a Herediano en una cancha del Estadio Azteca vuelta loca con un Ferrari azulcrema sin control de velocidad que no había llegado al minuto 35 y ya apaleaba 5-0 a un cuadro tico desconcertado, temeroso, incapaz de convertir primero, por lo que después tuvo que tragar toda la furia del gigante americanista que con histórica remontada se clasificó para la final de la Liga de Campeones de Concacaf con marcador de 6-0 (6-3 global), misma que disputará ante el Impact de Montreal.

 

Fue la mejor versión de las Águilas en la era Matosas por donde quiera que se le vea, con un Darío Benedetto intratable, un Darwin Quintero desatado, un Rubens Sambueza genio y un Hugo González bajo los tres palos que salvó al minuto dos lo que hubiera enegrecido la eliminatoria para los azulcremas.

 

América arrancó con la registradora vuelta loca: Goles al minuto tres de Darwin, y luego en carretada cuatro de Benedetto a los minutos ocho, 18, 25 y 32, todo en la primera mitad, ante un Azteca que lució prácticamente lleno, ilusionado con una remontada que parecía imposible, pero que apenas en 45 minutos ya se saboreaba.

 

Y por si todavía las cosas no fueran suficientemente malas para los ticos, una imprudente entrada por la espalda de Edder Nelson sobre Benedetto le costó la tarjeta roja y dejar a su equipo con 10 hombres y un cuesta arriba de pesadilla para el técnico César Méndez.

 

En el banquillo local, lo contrario, Gustavo Matosas fue aflojando el nervio, sientiendo la final cada vez más cerca conforme el cuero llenaba el arco visitante, pero sin aspavientos, muy lejos de perder la compostura en los festejos por cada registro en el tanteador.

 

La segunda parte, América volvió a ser dueño, con alguna que otra pincelada de Herediano, pero la presión amarilla volvió, empujada por Sambueza y el ir y venir incansable del 14 americanista.

 

Y ya con el partido resuelto Matosas decidió mover a su gente, oportunidad para los jóvenes, descanso para Oribe y Benedetto y llegó el sexto gracias al joven Alex Díaz. Al final, la suerte estaba echada, la tormenta del primer lapso había sido suficiente para una histórica remontada, una más, en el andar del americanismo.