Cuando el Sol vuelva todo un desierto, las sombras y los árboles ya no existirán.
A.R

Fotos: Mishel Ceballos

El arte está siempre con el hombre; con lo que éste percibe y a lo que puede dotar de significado. Abordar problemáticas sociales desde el arte contemporáneo es el principio con el que los curadores Cuauhtémoc Medina, Helena Chávez y Alejandra Labastida entablan un diálogo en Teoría del Color, muestra que revisa el estado del racismo en la sociedad, mediante el trabajo de 14 artistas de distintas partes del mundo, realizado durante la reciente década.

Compuesta por ilustraciones, fotografías, videos y experimentos científicos —montados en las salas 4, 5 y 6 del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM—, la muestra propicia una yuxtaposición entre arte exhibido y visitante: abordar la problemática desde afuera, sin asumirse como parte de la misma, es pretender estar exento. (Podríamos pensar, por ejemplo, en un misántropo alejado de todo contacto social.) Pero no es así.

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En la parte de afuera, en uno de los muros del MUAC, se anuncia la leyenda: “¿En dónde están los negros?”. Escrito en portugués con tinta oscura sobre una manta color blanco, el anuncio es obra del colectivo brasileño Frente 3 de Fevreiro, cuyo trabajo se centra en buscar el contacto directo con la comunidad mediante deportes como el futbol y sus distintas expresiones, tomando en cuenta el entorno social carioca, en el que a menudo la pasión en los estadios muta en violencia.

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El descontento hacia el racismo ha ido cambiando con el paso del tiempo —de la mano de los sistemas políticos—, adaptándose también al arte y sus fines de lucha. Tal es el caso de Sudáfrica, país representado por la sátira de Anton Kannemeyer y sus ilustraciones ácidas que sitúan al continente como uno de los más azotados por la segregación. Sus caricaturas ejemplifican las dos visiones del asunto: el hombre deja de ser visto como un ser sensible y adquiere, por decisión de otros, un papel en la sociedad pensado a partir de su color de piel y sus rasgos hereditarios. Kannemeyer  retoma el tratado signado en 1991 que dio fin a la segmentación social a partir de razas —Apartheid (separación), un artículo sudafricano, impuesto por una minoría blanca, que mantiene y retoma textos bíblicos para sostener una supremacía descendente y separatista— y que terminó con la Black Land Act, norma que lo permitía desde 1913. El artista lo combina con el humor reflexivo, llevándolo a estados críticos.

Ya adentro, en uno de los cuartos aislados y oscuros, se proyecta ininterrumpidamente la imagen de una mujer desnuda que reza algunos cánticos frente a nombres de luchadores sociales como Martin Luther King, Salvador Allende, Mahatma Gandhi y Ernesto “Che” Guevara. El espectador se limita a mirar la espalda desnuda y las caderas anchas, también desnudas, de esta mujer que no deja de crear sonidos mientras contrae insistentemente su cuerpo. De principio este ejercicio podría parecer burdo y sin sentido; no obstante, su origen parte justo de esta premisa: denunciar que ninguno de los movimientos revolucionarios y emancipatorios representados por los personajes antes citados, pudo superar las dictaduras y los regímenes discriminatorios –y no por no combatirlos, sino porque ni siquiera fueron incluidos en sus agendas prioritarias–. Mientras la mujer continua modelando su piel frente a la cámara como oposición a hechos históricos acumulados frente a sus ojos negros.

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El recorrido mantiene la imagen del conflicto racial como el eje central, sin embargo, la problemática se expande de continente en continente, hasta llegar al México poscolonial en la obra Espectro Indígena. Espejo Negro 13 a 21/, del creador mexicano Pedro Lasch. En ésta, con algunos espejos de color negro repartidos en tres paredes blancas, la historia nacional adquiere una nueva significación a partir del contraste de figuras prehispánicas talladas en barro de la cultura tolteca con rostros como el del indio Tizoc, la india María o la comandanta zapatista Ramona, representados por fotografías detrás de los cristales. La visión de Lasch plantea la imagen que la sociedad mexicana ha adoptado del indígena, gracias a la manipulación de los medios masivos, principalmente de la televisión: presentando una desvaloración cultural y económica a partir del tono de piel o los rasgos físicos.

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Abordar estos temas nos remite a mirar desde diversos campos. El racismo no sólo causa divisiones etnográficas o socioculturales, sino que arremete de forma física y psicológica en comunidades enteras, desbordando consigo un distintivo racial que depende de agentes hereditarios a los que se atribuyen la pigmentación de la piel, principalmente la melanina y la hemoglobina, que varían por el clima y entorno natural del pedazo de tierra donde se desarrollan ciertas comunidades.

Lo anterior es algo con lo que Santiago Sierra experimentó. Con ayuda de impresiones digitales,  este fotógrafo español trató de demostrar la relación del color de piel y los ingresos de 30 sujetos venezolanos, cuyas espaldas sirvieron de medida para calcular los precios que pueden alcanzar las opuestas tonalidades en una comparación partiendo del físico.

Los ejemplos varían y van desde citas de La raza cósmica, de José Vasconcelos; Haití y su grave sistema político (tomando como referencia su catástrofe más reciente: el terremoto de 2010); algunos anecdotarios de soldados que sufrieron reconstrucciones faciales después de la Segunda Guerra Mundial (sin duda el suceso más caótico de la historia provocado por la distinción racial), hasta una carta en la que el nazismo es retratado como un intento fallido e inútil por conciliar una raza perfecta. Éstos sirven como ante sala a la última parte de la exhibición, en la cual bustos de humanos con características culturales africanas son esculpidos en materiales de tonalidades neutras como madera y unos más en un blanco mate que bien podría ser porcelana.

Teoría del Color figura como una buena demostración de la continuidad del racismo y de las manifestaciones que en manos de tipos como Emory Douglas (ministro de cultura del Black Panther Party) lograron que el eco de su obra resonara hasta la actualidad.

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A la par de la exposición, el MUAC programó varias charlas afines, con el objetivo de aclarar y crear un vínculo más cercano entre la temática y el público. Para la curaduría representa un ejercicio importante el plantear el problema del racismo en todos sus niveles, desde el socioeconómico hasta el cultural, anteponiendo la expresión humana como un elemento que invite a la reflexión; a un análisis crítico propio de nuestros tiempos. Para seguir de cerca los detalles puedes consultar: www.muac.unam.mx

Teoría del Color se presenta hasta febrero de 2015.