De pronto al señor José Ángel Gurría –o Ángel Gurría, como le gusta que le digan ahora-, está en todos los moles mexicanos y en todos los aplausos al gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

Y su Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es un buen pretexto para decir que en México todo va bien, que la economía crecerá con las reformas estructurales del presidente y que somos un país de acero y que todo aquí está que rechina de futuro brillante…

 

Y como que uno se queda atónito, miramos alrededor y nos damos cuenta de que lo que dice el señor Ángel no tiene que ver con lo que vivimos en este país de crisis económicas cíclicas y de tragedias permanentes en tiempos aciagos en los que los presagios son terribles en lo económico como en lo social y electoral, para este México lindo y querido.

 

El señor Gurría (65 años) es viajero frecuente a México. Una frecuencia extraña. No sale de aquí, que se dice cuando una visita pues como que no se quiere ir a hacer lo suyo y como si su OCDE no lo necesitara en el París de tantos agobios ahora.

 

Desde 2006 el señor Ángel Gurría –sin el José, que no le gusta-, preside una organización fundada en 1961 y que agrupa a 34 países miembros. Su función es la de promover políticas ‘que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo’.

 

Los valores de la OCDE: “Nuestros análisis y recomendaciones son independientes y basados en la evidencia. Alentamos el debate y compartimos el entendimiento de los asuntos críticos mundiales. Nos atrevemos a desafiar el saber convencional iniciando con nosotros mismos. Identificamos y tratamos desafíos a largo plazo. Nuestra credibilidad está formada en la confianza, integridad y transparencia”. Ni más, ni menos. Eso dice la OCDE… Si. Pero…

 

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Foto: Cuartoscuro

De un tiempo a esta parte el señor Gurría demuestra una gran admiración por las medidas económicas del gobierno mexicano; también por sus de políticas públicas y sociales. ¿Por qué?

 

Tan sólo en lo que va del año- sin contar sus dichos de meses y semanas anteriores-, el 6 de enero dijo aquí que “la correcta implementación de las reformas estructurales y su impacto en la productividad elevarán el crecimiento económico de México entre 1.0 y 1.5 por ciento adicional cada año”. Y que “Las reformas contribuirán a elevar el nivel total de la productividad en el país”.

 

Ese mismo día, el parlanchín presidente de la OCDE y ex secretario de Hacienda en México (1998-2000) y ex canciller mexicano (1994-1998), siempre durante el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo, dijo que la inseguridad en México no afecta las inversiones “porque los problemas coyunturales, como los de seguridad, no son referentes para los inversionistas que piensan en el largo plazo”. Y ese mismo día, el omnipresente señor Gurría dijo…

 

…Que ‘celebraba que México y Estados Unidos anunciaran el intercambio de petróleo ligero, como un signo de la cooperación que existe entre ambos países y como resultado exitoso del  viaje de Enrique Peña Nieto por Washington, a invitación del presidente Obama’.

 

Ese mismo día 8 de enero de este año, dijo que el alza del salario en México no afecta en absoluto la competitividad de la mano de obra mexicana frente a otros países como China: “la mano de obra mexicana es cada vez más competitiva, no porque sea más barata, sino porque cada día de labor los trabajadores mexicanos producen más’. El esclavismo felicitado.

 

El 9 de enero dijo que el desempleo en México es el tercero más bajo  en octubre, según la OCDE. Esto, argumentó, porque ese mes involucró a dos millones 446 mil mexicanos, cifra inferior –dijo- en 56 mil respecto a los dos millones 502 desocupados’. Naturalmente no consultó las cifras mexicanas de INEGI que elevan a más de 3 millones el desempleo y 16 millones en economía informal, que es otra forma de desempleo.

 

El mismo 9 de enero dijo que México es un ejemplo de reformas estructurales. Y que “dentro de la OCDE no hay ningún otro país que tenga un paquete ni un conjunto de reformas de esa trascendencia”  Y más:

 

“Las proyecciones económicas de la OCDE revelan que la economía mexicana crecerá a una tasa de 3.9% en 2015 y se expandirá a 4.2% para el siguiente año: Este mayor dinamismo lo generarán las reformas estructurales aprobadas el año pasado…” y  así: aplausos y más aplausos al gobierno mexicano por su dinamismo, fortaleza, crecimiento, valentía para reformas estructurales y porque a lo mejor le cumplen lo que quiere… ¿qué quiere el señor Gurría?…

 

Pero su optimismo y alegorías contrastan con el pesimismo del gobierno mexicano frente a la crisis del petróleo que se presupuestó el año pasado en 70 dólares el barril y ahora navega por los 47 dólares –con lo que significa de impacto en la economía mexicana- y la caída del peso frente al dólar hasta un promedio de 15 pesos… Con una inflación nacional galopante y salarios ínfimos y desempleo y economía informal y… Panorama trágico que no corresponde con lo que dice Gurría.

 

El secretario de Hacienda, Luis Videgaray dice que en caso de que los ingresos mexicanos mermen “se hará un ajuste al gasto público, no con un alza a los impuestos ni con mayor déficit fiscal”…

 

O lo dicho por “don Catarrito”, Agustín Carstens quien emitió que hay una alta probabilidad de que la entidad monetaria tenga que subir su tasa referencial este año ante la inminencia de un alza del tipo de interés en EUA. Es el mismo “don Catarrito” que el 10 de diciembre pasado dijo que México estaba preparado ante cualquier tormenta externa.

 

Verdades y mentiras. Economía en crisis inminente, la que ya se percibe en el alza inmoderada de los precios de productos de consumo mientras prevalece en el gobierno federal un afán por decir que aquí todo está bien: que no pasa nada: que todos estamos más que seguro y que, todos juntos comeremos chicharrón… ¿también el señor Gurría de los aplausos sospechosos?