Dos partes en conflicto sobre si debería haber límites a la libertad de expresión se enfrentaron violentamente el miércoles en una calle usualmente tranquila en la margen derecha del Sena en París.

 

Cuando concluyó, una docena de personas yacían muertas, incluidos algunos de los mejores caricaturistas y autores de sátiras políticas de Francia, y los policías a los que se les había encargado protegerlos.

 

La alcaldesa parisina Anne Hidalgo describió a los muertos como “mártires de la libertad, dela libertad de prensa, el pilar de la democracia”, y convocó a todas las personas amantes dela libertad a efectuar el jueves una marcha solemne en su memoria.

 

Del otro lado del Atlántico, el presidente estadounidense Barack Obama denunció el ataquecontra los “valores que compartimos con el pueblo francés: una creencia universal en la libertad de expresión”.

 

“El hecho de que este haya sido un ataque contra periodistas, un ataque contra nuestra prensa libre, también deja ver lo mucho que estos terroristas temen a la libertad deexpresión y a la libertad de prensa”, afirmó Obama.

 

Los homicidios en la publicación satírica francesa Charlie Hebdo fueron festejados en algunas partes del mundo porque se consideraba que en repetidas veces y de forma escandalosa había abusado de su libertad para burlarse y causar conmoción.

 

Un integrante de la organización extremista Al-Qaida en Yemen acusó vía Twitter al semanario de enfrascarse en la “difamación del islam”. A medida que la noticia de los asesinatos en París llegó a Oriente Medio, se reportaron disparos al aire en señal decelebración en un campamento de refugiados palestinos en el sur de Líbano.

 

Casi de inmediato, pareció haber pocas dudas, si es que alguna, del móvil detrás de lo que fue catalogado como el atentado terrorista más letal en Francia en más de medio siglo. Entomas de video captadas por testigos, puede escucharse claramente a los hombres gritar la exhortación musulmana tradicional “¡Allahu Akbar!” —”Dios es grande”— afuera de las oficinas del periódico.

 

“¡Hemos vengado al profeta!”, gritaron los agresores mientras escapaban, declararon fuentes policiales a los medios de comunicación franceses.

 

Aunque atípico en cuanto a la cantidad de muertos, el ataque en la calle Nicolas Appert pareció el capítulo más reciente en un choque de valores entre Occidente y una versión del islam extremista que tiene al menos un cuarto de siglo de antigüedad, la cual comenzó cuando el ayatolá Jomeini, líder supremo de Irán, emitió una fetua en 1989 en la que pedía elasesinato del novelista Salman Rushdie, al que algunos musulmanes conservadores acusabande blasfemia.

 

La libertad de prensa, y la de expresión en general, difiere ampliamente en el mundo. Incluso un país liberal como Suecia cuenta con leyes que penalizan lo que se considera discurso deintolerancia y prohíben expresiones de desprecio dirigidas a un grupo o sus miembros.

 

En algunas naciones, como por ejemplo Corea del Norte, los medios de comunicación son un brazo del Estado o, como en Rusia, han sido transformados en gran medida en un portavoz del gobierno. Pero el ataque en París fue tan horrendo que incluso el presidente Vladimir Putin, que ha hecho mucho para amordazar a sus críticos en los medios rusos, lo consideró un crimen.

 

No siempre al gusto del gobierno francés, que se esfuerza por mantener buenas relaciones con el mundo árabe y el musulmán, el enfrentamiento sobre qué límites colocar a la libertadde prensa involucraba con frecuencia al Charlie Hebdo, cuya mezcla de arte crudo y a menudo obsceno, y sátira política descarada, tiene pocos — si es que alguno— equivalentesen los medios de comunicación anglosajones.

 

En 2006, el tabloide izquierdista e iconoclasta, que suele elegir un amplio rango de blancos, desde el Vaticano hasta Hollywood, reimprimió 12 caricaturas del profeta Mahoma cuya publicación original por un periódico danés desató disturbios en algunas naciones musulmanas. Algunos musulmanes estaban furiosos de que alguien se burlara del fundadorde su religión, o incluso de que lo presentara dibujado.

 

La publicación ha sido demandada por varias organizaciones musulmanas francesas, acusadade publicar caricaturas racistas, pero fue exonerada. En 2012, la policía francesa detuvo a un hombre sospechoso de amenazar con decapitar al director.

 

Esta semana, la primera plana de Charlie Hebdo presentaba a uno de los escritores más controvertidos de Francia, Michel Houellebecq, cuyo libro más reciente presenta una imagen preocupante del país en un futuro no muy lejano después de que un gobierno islámico asciende al poder.

 

El gobierno francés, así como la Casa Blanca, cuestionaron abiertamente en 2012 no elderecho de la revista a publicar con libertad, sino su buen juicio. Al menos 30 personas ya habían sido asesinadas en protestas violentas contra un video amateur estadounidense antiislámico que presentaba al fundador de esa religión como un fraude, un mujeriego y un abusador sexual de niños.

 

“¿Es pertinente, inteligente en este contexto arrojar gasolina al fuego?”, preguntó el canciller francés Laurent Fabius en ese entonces. “La respuesta es no”.

 

Sin embargo, luego del impactante baño de sangre del miércoles, ese tipo de exhortacionespara mantener cierta moderación editorial desaparecieron.

 

El presidente francés Francois Hollande, en declaraciones frente a las oficinas de Charlie Hebdo, dijo que los pistoleros habían agredido a periodistas que se esforzaban por “defender sus ideas, y para defender precisamente la libertad que la República protege”.

 

“Estamos amenazados porque somos un país de libertad”, afirmó Hollande, al tiempo que pidió la unidad nacional.

 

Rushdie, que pasó años oculto por miedo a las escuadras de la muerte islámicas, dijo elmiércoles que el conflicto en el caso de Charlie Hebdo es uno duro e irreconciliable, entre elarte de la sátira como una “fuerza para la libertad” por un lado, y la “tiranía, deshonestidad y estupidez” por el otro.

MG