WASHINGTON. La guerra más larga en la historia de Estados Unidos concluyó esta semana con el retiro de las tropas de la coalición internacional de Afganistán, dejando atrás un elevado costo humano, cuyo alcances no se conocerán quizá nunca.

 

El pasado domingo, el comando militar aliado de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Afganistán (ISAF), encabezadas por Washington, marcó el fin de la operación “Apoyo Decidido”, que significó la invasión de esa nación tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

 

El presidente estadunidense Barack Obama caracterizó como “responsable” el fin de los combates por parte de la ISAF en ese teatro de operaciones, calificándolo como un hito histórico.

 

“Estos 13 años han puesto a prueba a nuestra nación y nuestras fuerzas armadas”, dijo Obama el domingo en una declaración por escrito en la que honró la memoria de los dos mil 216 soldados estadunidenses que perdieron la vida en esta campaña militar.

 

Pese al fin de las hostilidades, unos 12 mil 500 militares de la alianza permanecerán en Afganistán para proteger los intereses de Estados Unidos y otros países, y brindar apoyo logístico y capacitación a las fuerzas afganas en su lucha contra el Talibán.

 

A pesar de su prolongación, para Estados Unidos las bajas registradas entre sus fuerzas militares durante la campaña en Afganistán se ubicaron entre las más bajas de los conflictos recientes en que ha intervenido.

 

Durante la guerra de Vietnam (1961-1975) más de 58 mil soldados de Estados Unidos perdieron la vida, seguidos antes por las 36 mil bajas registradas durante la de Corea (1950-1953).

 

Sin embargo, el saldo contrastó con las bajas civiles, tanto a manos de elementos opuestos al gobierno afgano, principalmente el Talibán, como las que resultaron de las operaciones de las fuerzas de la coalición y afganas.

 

De acuerdo con cifras de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNANA), entre el 2009 y 2014 un total de siete mil 973 civiles afganos perdieron la vida en el marco de esta guerra.

 

Sin embargo, la cifra total de muertes no podrá conocerse con precisión debido a que no fue a partir de ese año en que la ONU empezó a llevar una contabilidad de las bajas, y que en opinión de algunos expertos tampoco reflejan los alcances de este daño colateral.

 

La guerra en Afganistán pasará también a la historia como una de las más costosas para Estados Unidos. Un cálculo elaborado recientemente por el Congreso ubicó en 686 mil millones de dólares esta factura.

 

Esa cifra, que incluyó el costo de las operaciones militares, apoyo a las bases, mantenimiento del armamento, entrenamiento de fuerzas de seguridad afganas, tareas de reconstrucción, de ayuda exterior y la operación de su embajada.

 

Elaborado por el Servicio de Investigación del Congreso (CRS, por sus siglas en inglés), el cálculo incluye además el costo de los cuidados de salud para los veteranos que regresan de las operaciones militares en Estados Unidos tras los ataques de 2001.

 

El CRS hizo notar que el presupuesto solicitado por el gobierno federal para cubrir los gastos asociados con la guerra en Afganistán en el 2015 será de 58 mil 100 millones de dólares.

 

Sin embargo, este cálculo fue visto por expertos como muy conservador respecto a otros estudios difundidos por académicos en torno al costo financiero de las guerras emprendidas por Estados Unidos en el siglo XXI.

 

Un estudio de la Universidad de Boston estimó que el costo de las guerras en Irak y Afganistán, así como la asistencia para Pakistán, asciende a 4.4 billones de dólares, incluidos costos de salud para veteranos discapacitados e intereses de la deuda relacionada con las intervenciones.

 

 

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