EL CAIRO. Las nuevas autoridades egipcias, nacidas tras el golpe militar que derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi en 2013, han optado por centrarse en la lucha antiterrorista, continuar la represión y aplazar la transición, que debería haber concluido con la celebración de unas elecciones todavía sin fecha.

 

Los jóvenes revolucionarios que encendieron la mecha de las revueltas de 2011 y los Hermanos Musulmanes, quienes más se beneficiaron de ella, han continuado sufriendo detenciones y juicios que, en su mayoría, se han resuelto con duras sentencias de cárcel como la del destacado activista y bloguero Ahmed Duma, condenado ayer por un tribunal egipcio a una pena de tres años de cárcel por proferir insultos contra los magistrados durante una vista del caso en el que se le acusa de estar implicado en actos de violencia y disturbios frente a las sedes del Parlamento y del Consejo de Ministros en diciembre de 2011.

 

La Corte Penal de El Cairo también sentenció al activista, que está encarcelado, al pago de una multa de 10 mil libras egipcias (mil 400 dólares) por estos mismos cargos.

 

En esta causa son procesadas también otras 268 personas.

 

El activista también estuvo en prisión durante el mandato del depuesto presidente Mohamed Mursi (2012-2013) por instigar disturbios y atacar a la Policía, y fue inculpado por insultar al mandatario islamista.

 

Para quienes participaron en las protestas, los logros de la conocida como Revolución del 25 de enero se terminaron de desvanecer el pasado 29 de noviembre, cuando un Tribunal decretó la absolución del dictador Hosni Mubarak y de su temido ministro de Interior Habib al Adli.

 

Recién estrenado el año -el 14 y 15 de enero-, los egipcios refrendaban una nueva Constitución que rebajaba el carácter islamista impreso por Mursi en la Carta Magna de 2012 y que reforzaba el papel de las Fuerzas Armadas.

 

El Ejército culminaba poco después la reconquista del poder político, del que había sido apartado después de 2011, con la victoria electoral en las presidenciales del 26 y 27 de mayo de Abdelfatah al Sisi, ministro de Defensa durante el breve mandato de Mursi.

 

Durante su campaña electoral hacia la Presidencia, Al Sisi prometió que en su mandato no habría nada llamado Hermanos Musulmanes, una promesa que las autoridades se han empeñado en cumplir.

 

Desde entonces, cientos de dirigentes, integrantes y simpatizantes de esta agrupación, vencedora en 2011 de las únicas elecciones parlamentarias democráticas celebradas en el país, han sido condenados a muerte.