HUIXTLA, Chiapas. Una puerta pequeña sobre la calle es la entrada principal a un mundo de historias desconocidas. En su exterior no hay número o letrero y al interior pequeños espacios están acondicionados como cuartos para servicio sexual.

 

La zona de tolerancia en Huixtla es uno de los tantos lugares donde laboran mujeres migrantes.

 

La calle se ve concurrida de hombres -principalmente- que entran y salen de bares y casas particulares. La llegada de la caravana Puente de Esperanza causa asombro. Cierto ruido.

 

Las madres se acercan a la mayoría de los locales en busca de pistas que las lleven a encontrar a sus desaparecidos.

 

Puente de Esperanza-36

 

En uno de esos reducidos cuartos, sobre la cama hay un osito de peluche y escasos muebles. La dueña del osito acepta platicar y recibe a una de las madres. La joven sólo observa las fotografía y comenta “no, no la he visto”, sin dejar de ver las otras imágenes.

 

En otro pequeño cuarto, al final de la casa, varias madres muestran otros retratos, piden que por seguridad no se tomen fotografías, porque a alguien pueden incomodar.

 

La música a todo volumen, que emite sale uno de tantos bares de la zona, abruptamente se apaga cuando las madres de la caravana ingresan a él.

 

Llegaron allí para mostrar, a quienes en ese momento se encuentran en el lugar las fotografías de sus desaparecidos que llevan colgando de su cuello.

 

En solo unos minutos abandonan el lugar, pero no fue en vano. Hay noticias de una de ellas; las pistas son vagas, pero ilusionan.

 

“Al menos tenemos pistas que no están muertas” comenta una madre entre pequeñas lagrimas que corren su rostro.

 

Ante esta acción sorpresiva de las madres, algunas personas se reúnen en grupos pequeños, murmuran, miran el movimiento inusual, no saben a ciencia cierta qué pasa.

 

Una motocicleta con un sujeto de anteojos oscuros llega, observa unos segundos, después da la vuelta y se aleja. Saben de antemano que estas pequeñas acciones son necesarias para encontrar pistas que lleven al paradero de sus familiares.

 

Puente de Esperanza-37

 

Entonces, las mujeres que se encuentran en la zona empiezan a observar con más detalle las fotografías. Comentan entre ellas, pero ante las tantas que observan, dudan.

 

“Para nosotras como mujeres es un paso muy importante poder seguir en la búsqueda de pistas en estos lugares, sabemos que podemos encontrar información muy valiosa para localizar a nuestros familiares. Esta vez llevamos unos granitos de fe”.

 

Con pequeños destellos de esperanza la caravana reanuda su marcha. Perdieron el miedo y al menos saben que algunas de sus chicas pasaron por allí y que pueden estar vivas. DE