Es probable que esta reflexión llegue un poco tarde, ahora que el ánimo por la discusión sobre la separación de Escocia haya sido superado y eclipsado por los temas de coyuntura del día y de la semana. Así parece suceder con cualquier asunto de relevancia internacional. Sin embargo, me parece importante rescatar algunas ideas que quedaron pendientes de discutir y analizar tras este suceso que yo considero histórico. Cabe aclarar que es probable que lo siguiente no parezca otra cosa más que un catastrófico y distópico hubiera.

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En la mañana del pasado 19 de septiembre se conoció el resultado de lo que probablemente fue la votación más importante en el continente europeo durante este año. La negativa popular ante los ánimos independentistas de Escocia, apoyados sobre todo por la población joven, ganó por un 10%. La diferencia ha sido considerada avasallante o mínima, dependiendo del apoyo o rechazo.

 

 

Todo se reduce al siguiente argumento: considero humildemente que la independencia hubiera sido un fracaso que hubiera conllevado naturalmente a un retroceso histórico.

 

¿Por qué?

 

La consideración principal radica en que la independencia de Escocia hubiera supuesto un levantón anímico para todos aquellos pueblos que anhelan fraccionarse de su gobierno central. Estos se ubican en toda Europa: Cataluña, el País Vasco, Córcega, Flandes, el norte de Italia, Irlanda del Norte, entre algunos otros. De igual manera, una victoria positiva hubiera representado un peligrosísimo espaldarazo moral para aquellos grupos cuyos métodos para alcanzar ideales se apoyan en el terrorismo: me refiero específicamente a ETA en el País Vasco y al IRA en Irlanda del Norte.

 

No acuso de insensatez a aquellos que desearon la independencia. Estoy de acuerdo, entre otras cosas, que los recortes a prestaciones sociales básicas en Escocia, hicieron que multitudes progresistas levantaran el puño en contra de la nación vecina. Inglaterra, a lo largo de décadas, ha mantenido parlamentos más conservadores, mientras que Escocia normalmente apoya a partidos de izquierda. De esta manera, es natural pensar que muchos escoceses no se sienten representados, sino dominados, por un Parlamento extranjero.

 

No obstante, mi argumento gira en torno al trasfondo histórico y geopolítico. La unidad nacional es lo que mantiene de pie a la Unión Europea, cuya integridad se ve cada vez más amenazada ante el ímpetu nacionalista de ciertos grupos en sus países miembros. La importancia de mantener una Unión Europea unida es, dadas las diversas situaciones coyunturales actuales, completamente fundamental. Con la Unión Europea se superó el estigma de la rivalidad entre los países europeos, sin embargo, esta rivalidad internacional está siendo amenazada por hervideros internos y crisis financieras que empujan a ciertos sectores a levantarse por una reivindicación nacionalista.

 

Si bien la Unión Europea ha sido criticada por la falta de éxito en lograr la unanimidad entre los países europeos en cuestiones elementales como son la migración o la política exterior, se debe rescatar que esta institución, (apoyada por diversos tratados anteriores) ha sido la única capaz de mantener a los países del continente en paz.

 

Barack Obama celebró la decisión del pueblo escocés casi como si se tratara de una victoria personal, o por lo menos en su propio territorio. El rechazo a la independencia favoreció a Estados Unidos en una cuestión estratégica: una Unión Europea dividida significaría una victoria para Rusia. La creciente actitud de Vladimir Putin, caracterizada por un expansionismo desafiante, preocupa cada vez más a las potencias occidentales. El avance de las tropas rusas en territorio ucraniano significa una amenaza real para la estabilidad de países de Europa del Este. Una ausencia de unidad y apoyo por parte del Parlamento Europeo para los miembros de esta región (Bulgaria, Letonia, Polonia) significaría una amenaza directa a la existencia de los mismos por parte del gigante ruso.

 

El triunfo de una Escocia independiente hubiera sido desastroso en múltiples capas y etapas del futuro próximo y lejano. No es arriesgado considerar que uno a uno, como piezas de dominó, distintos pueblos hubieran alcanzado tarde o temprano su independencia.

 

Esta decisión tampoco significa un profundo fracaso para el 45% de la población escocesa que votó en pro de la independencia. Con esta demostración, se otorgará mayor autonomía en los recursos y otras decisiones de envergadura local.

 

A pesar de que esta reflexión viene a posteriori de la verdadera tempestad, es sustancial pensar en la necesidad a largo plazo de mantener una Unión Europea unida, democrática, que intente día con día desarrollar su estrategia para seguir manteniendo satisfechos, a pesar de sus enormes diferencias culturales y económicas, a todos los sectores sociales del continente.