ROMA. La llegada de Matteo Renzi al gobierno italiano levantó una ola de optimismo gracias a las reformas prometidas; las esperadas. Las que tienen que ver con la reconfiguración del Senado y la electoral, entre muchas otras. Renzi rompía con lo que parece ser el arquetipo de la política italiana, la gerontocracia. Las formas también rompían con el icónico traje de vestir de los políticos.

 

En pantalones de mezclilla y camisa sport, Renzi suele despachar entre sus allegados del gobierno. Todo iba bien. Tan bien, que pocos pensaban que Silvio Berlusconi sortearía a la justicia, en particular, el caso Ruby, emblemático por varios aristas. El primero, porque una joven menor de edad participaba en sus rutinarias fiestas.

 

Pero ahora, la atmósfera italiana ha dado un giro. Primero, Berlusconi logró que la justicia tumbara cualquier duda sobre su honorabilidad con las menores de edad, y segundo, las reformas de Renzi se encuentran atoradas en la cámara de Diputados.

 

El primer ministro, Matteo Renzi, y el presidente de la República, Giorgio Napolitano, defendieron la necesidad de sacar adelante las reformas propuestas por el ejecutivo ante la amenaza de su bloqueo en el Parlamento.

 

Napolitano pidió públicamente “superar la radicalización de las diferencias” al día siguiente de que la ministra de Reforma Constitucional, Maria Elena Boschi, fuera criticada en la Cámara de Diputados.

 

Boschi calificó de “víctimas de alucinaciones” a quienes calificaron de “giro autoritario” la voluntad del gobierno de seguir adelante con su plan de reformas constitucionales, que afectan esencialmente a la reforma del Senado y de la ley electoral.

 

La ministra aseguró que las miles de enmiendas sometidas por los parlamentarios son una “obstrucción” y confirmó que la voluntad del Gobierno es hacer aprobar la reforma del Senado antes del 10 de agosto.

 

Renzi habló también de “obstruccionismo” en twitter y dijo que los que se oponen a las reformas del ejecutivo “bloquean el cambio”, mientras ellos se ocupan de “los puestos de trabajo”.

 

La amenaza de que no se puedan cumplir los plazos deseados por el Gobierno es cierta puesto que el debate de los miles de enmiendas presentadas por la oposición -y según algunos medios locales también desde el Partido Demócrata (PD, en el Gobierno)- llevaría más tiempo del que necesita el ejecutivo de Renzi.

 

Napolitano acudió en apoyo de las tesis del ejecutivo al recordar a los parlamentarios que las reformas “son un compromiso del que el Gobierno Renzi es un impulsor por mandato del mismo Parlamento”.