RÍO DE JANEIRO.- El Estadio Maracaná en realidad se llama Estadio Mario Filho, que es el nombre de un periodista deportivo. Pero la relevancia le viene de su tarea de escritor. Y entre todos los libros que salieron de su máquina de escribir, el gobierno brasileño decidió editar uno y distribuirlo entre algunos visitantes con la intención de explicar algo que no queda claro a nadie que se encuentre de frente con lo que importa el futbol aquí, se llama, Los Negros en el Futbol Brasileño.

 

Dice Filho que debido a que Brasil no enfrentó guerras de relevancia que, por ejemplo, en Europa sirvieron como crisol de las diferentes unidades nacionales, debió recurrir al futbol para combatir la discriminación y tratar de unir como brasileños a todos, a los que hasta 1885 vivieron como esclavos en ese país, y al resto.

 

Brasil buscó como una iniciativa dirigida desde lo más alto de la nación, aprovechar el vehículo perfecto que resultó ser el deporte, como mucho tiempo después hizo Nelson Mandela con el equipo de rugby de Sudáfrica.

 

Pero en los principios del siglo pasado las diferencias eran mucho mayores que en la actualidad. El futbol, que llegó por esos años a toda esta parte del mundo, reflejaba esas diferencias. Su popularidad creció y pronto había futbolistas de todas las razas, pero no en los equipos grandes. Incluso el presidente del país exigió en 1921 blancos a toda prueba en la selección.

 

El Vasco da Gama ganó el título en 1923 presentando un equipo con jugadores negros hizo impostergable la revolución. Brasil debió integrar negros y mulatos en el equipo nacional muy pronto y para 1950 ya era una potencia en el deporte. Se pensó que el título Mundial en casa ayudaría a dar pasos decisivos en contra del racismo, pero tras el Maracanazo, hubo un rebote inimaginable porque se culpó a los negros del equipo de la derrota.

 

En ese contexto es que aparece Pelé. Y la forma en la que se transforma en ídolo e icono sin renunciar nunca a ser un negro como otros jugadores famosos que recurrieron al maquillaje a a turbantes para ocurtar los rizos.

 

Al contrario, Pelé siempre se mostró orgulloso de su raza. Un negro, explica Filho, que se volvió el héroe nacional que no les dieron las armas o la guerra de independencia que no tuvieron. Un héroe negro venerado por blancos, que le dio a la nación algo de los cual enorgullecerse, el hombre que construyó la nación del futbol con los títulos mundiales de 1958, 1962 y 1970 y que se volvió sinónimo de Brasil.

 

Pelé nunca pudo abandonar ese país como futbolista en sus mejores años. Su trabajo ahí era imprescindible. Muchos años después, la dictadura del país lo recompensó dejándolo ir al Cosmos de Nueva York, donde acabó su carrera.

 

Sabiendo esto uno entiende un poco la devoción inexplicable para los extranjeros que tiene el futbol en Brasil. Y por qué todos están de acuerdo en que Pelé es El Rey. Y al mismo tiempo no dejas de sonreír al escuchar a los hinchas argentinos tratar de burlarse de los brasileños diciéndoles que Maradona es más grande. Lo que pasa, es que no entienden nada.