El Papa Francisco lamentó hoy la larga duración de la crisis política en Siria y advirtió contra el peligro de acostumbrarse a ella, en un mensaje a los organismos caritativos católicos que actúan en esa región de Medio oriente.

 

“Existe riesgo de olvidar a las víctimas cotidianas, los inenarrables sufrimientos, los miles de prófugos, entre los que hay ancianos y niños, que sufren y a veces mueren por el hambre y las enfermedades provocadas por la guerra”, escribió.

 

“¡Esta indiferencia hace daño! Una vez más debemos repetir el nombre de la enfermedad que nos hace tanto daño hoy en el mundo: la globalización de la indiferencia”, agregó.

 

El texto fue leído durante un encuentro de coordinación entre los organismos católicos que desempeñan sus actividades en el contexto de la crisis siria, promovido por el Pontificio Consejo “Cor Unum” del Vaticano.

 

El pontífice recordó su viaje apostólico a Tierra Santa del pasado fin de semana y aseguró que, por ello, tiene en la mirada y en el corazón a esa parte del mundo.

 

Calificó como “expresión fiel del amor de Dios por sus hijos que se encuentran en la opresión y en la angustia” el trabajo de socorro que realizan las organizaciones católicas de ayuda humanitaria que trabajan allí.

 

“Dios escucha su grito, conoce sus sufrimientos y quiere liberarlos; y a él ustedes presten sus manos y sus capacidades”, apuntó.

 

Hizo un llamado a las consciencias de los protagonistas del conflicto, de las instituciones mundiales y de la opinión pública.

 

Sostuvo que todos están consientes de que el futuro de la humanidad se construye con la paz, no con la guerra, porque –clamó- “la guerra destruye, mata, empobrece pueblos y países”.

 

Por eso solicitó a las partes en pugna que, considerando el bien común, permitan inmediatamente la obra de asistencia humanitaria y que hagan, cuanto antes, callar las armas y que se comprometan a negociar.

 

Les instó a poner en primer lugar el bien de Siria, de todos sus habitantes, incluidos los que, desgraciadamente, han tenido que buscar refugio en otras partes y que tienen derecho de volver lo antes posible a esta patria.

 

“Pienso en particular a las comunidades cristianas, rostro de una Iglesia que sufre y espera. Su supervivencia en todo el Medio Oriente es una profunda preocupación de la Iglesia universal: el cristianismo debe poder continuar viviendo allí en donde están sus orígenes”, estableció.