El estilo de vida del mundo desarrollado y la dieta que llevan la mayoría de las personas es muy alta en carbohidratos, una importante fuente de energía, sin embargo, las reservas que necesita nuestro cuerpo regularmente se llenan a primeras horas del día.

 

De acuerdo con los regímenes alimenticios “en boga”, los carbohidratos que consumimos durante el resto de la jornada ya se pueden considerar un exceso.

 

Nuestros antepasados sólo comían plantas y animales para obtener todos los nutrientes que necesitaban y así se adaptaron para almacenar grasa y usarla como energía en tiempos de escasez.

 

Actualmente las personas almacenan mucho más grasa de la que gastan, por lo que las dietas paleo prometen ayudar al organismo a tener un nivel óptimo de grasa corporal, estabilizar el apetito y los niveles de energía.

 

Consiste básicamente en comer como cavernícolas, es decir, consumir verdura, fruta, carne, pescado, huevos, frutos secos, semillas, aceites, especias y hierbas. En menores cantidades tubérculos y otras raíces.

Así como evitar azúcar y granos procesados, harina, trigo, maíz, cereales, pasta, pan.

 

Los defensores aseguran que nuestros cuerpos están diseñados para una alimentación como la de aquella época y la justifican diciendo que desde la invención de la agricultura la selección natural no ha tenido casi tiempo para producir las adaptaciones que correspondan al cambio que se produjo en la dieta humana.

 

Los detractores consideran que no son comparables los hábitos de los humanos de entonces con los de hoy.

 

Según el nutriólogo Daniel Alvarado, especialista en nutrición deportiva, esta tendencia en México apareció aproximadamente hace un año, con poca diferencia a la de su “boom” en Europa, donde surgió y tiene más éxito con personas que practican Crossfit.

 

A pesar de tener ser una dieta popular, Alvarado asegura que las personas que deciden entrar a este tipo de alimentación lo hacen sin consultar a un especialista y se aventuran con información que encuentran en internet, a lo que él recomienda, como en cualquier otra dieta, consultar a un nutriólogo que elabore un correcto plan de alimentación.