BEIJING. El gobierno de China respondió el miércoles a las demandas públicas por un liderazgo audaz con promesas de impulsar reformas de mercado largamente buscadas, defenderse contra el terrorismo tras un espeluznante ataque con armas blancas y aumentar el gasto militar en medio de crecientes tensiones con Japón.

 

Los compromisos divulgados por el primer ministro Li Keqiang en su primer discurso anual de política también incluyeron reducir la basura oficial, combatir la persistente contaminación y seguir adelante con la emblemática campaña del presidente Xi Jinping para luchar contra la creciente corrupción que ha socavado la confianza de la opinión pública en el gobernante Partido Comunista.

 

China anunció un aumento del 12.2 por ciento en el gasto militar hasta 132 mil millones de dólares. El anuncio se produce tras un incremento de 10.7 por ciento el año pasado a 114 mil millones de dólares, con lo que China ostenta el segundo presupuesto de defensa más alto para cualquier país después de Estados Unidos, que gastó más de 600 mil millones de dólares en su ejército el año pasado.

 

Los aumentos en el presupuesto militar chino han superado regularmente tanto los aumentos totales en el gasto público como la tasa de crecimiento económico del país. Eso ha permitido un generoso gasto en equipo y mejores condiciones para los soldados, lo que ha aumentado las preocupaciones acerca de cómo China pretende utilizar su nuevo poder en medio de una escalada de la tensión con Japón por unas islas deshabitadas en el Mar Oriental de la China.

 

El ministerio de Relaciones Exteriores chino dijo que era razonable que el Ejército Popular de Liberación se modernice. “No hay nada por lo cual ponerse quisquilloso”, dijo el portavoz Qin Gang.

 

Beijing, cada vez más asertivo en sus propias reivindicaciones territoriales, al mismo tiempo acusa a Japón de un renovado militarismo y le preocupa la historia de Tokio como agresor durante la Segunda Guerra Mundial.

 

“Vamos a salvaguardar la victoria de la Segunda Guerra Mundial y el orden internacional de la posguerra, y no vamos a permitir que nadie revierta el curso de la historia”, dijo Li, en un evidente dardo a Tokio.

 

Li anunció una meta oficial de crecimiento del 7.5 por ciento este año, lo que indica que el gobierno no permitirá que el crecimiento caiga demasiado bajo — o que el desempleo aumente— mientras lleva a cabo las ambiciosas reformas económicas. Li advirtió que las reformas se encuentran en una etapa crítica y se comprometió a abrir las industrias dominadas por el Estado a la inversión privada.

 

Los analistas acogieron con satisfacción las promesas de Li para reducir la influencia del gobierno, y advirtieron que se necesitarían medidas agresivas para reducir el tamaño de los arraigados beneficios y el poder de los funcionarios y de las industrias estatales. Aunque se percibe como algo necesario con urgencia para evitar que la economía se tambalee, estos cambios probablemente se topen con una fuerte resistencia.