Proyectado por primera vez y  de manera simultánea en México y Colombia, Conquistando Fronteras, primer documental del mexicano Paco Suárez, retrata la realidad de los jóvenes de Medellín, ciudad que en algún momento fue la  más peligrosa del mundo, y en la cual surgieron decenas de movimientos artísticos para poder cruzar esas líneas invisibles de las que muchos no salieron vivos.

 

Las fronteras invisibles son los límites entre comunas y de las que aquellos que se atrevían a cruzarlas rara vez regresaban con vida; para el cineasta egresado de la UNAM significaron la oportunidad de vencer los límites establecidos por sus miedos, pues este documental, es el resultado de una aventura , que sin un mínimo de locura y la complicidad de Fernando Cuartas y Laura Gómez, no habría podido lograr.

 

 

Paco llegó a Colombia interesado principalmente en el Festival de Poesía de Medellín, pero pronto descubrió cómo la juventud de ese país combatió las bombas de Pablo Escobar sacando al circo de la carpa, la música del claustro, el teatro de su cuarta pared, el poema del libro y así poder  recuperar lo que les pertenecía: la calle, su barrio, su ciudad.

 

Desde su concepción ya no pudo evitar más que sentir amor por el proyecto, “No puede evitar poner corazón en cada minuto del documental, y es que desde su producción, estando en las comunas de Medellín, he sido escenario de un sin número de emociones: coraje, frustración, alegría, duda, sorpresa y miedo, mucho miedo. Incluso fui víctima del idílico amor y el dolor tan temido. Sin embargo, al circular por cada uno de esos estadíos, me di cuenta lo vital de la existencia de cada uno de ellos, para sentirse vivo. Y al estar en la mesa de edición, no tuve otra que lidiar con cada emoción y canalizarla para lo que hoy pueden ver”.

 

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La voz de los protagonistas

 

En un mundo que cada vez es más violento, ya sea por descontento contra los gobiernos como en Ucrania y Venezuela, o por el control de grupos delictivos como en Michoacán, las reacciones de los afectados definirán el éxito de su movimiento.

 

En Medellín, algunos jóvenes decidieron hacer la revolución desde las artes, no desde la guerrilla; ellos salieron a las calles con marchas más parecidas a carnavales y cruzaron las fronteras invisibles para hacer bailar a la madre del sicario, a su hermano… a su abuela.

 

Los primeros intentos de manifestaciones artísticas para pacificar dejaron muchos muertos, sin embargo, con el tiempo descubrieron que el teatro y el circo les podían salvar la vida, pues con la inocente excusa de hacer arte se van transformando las comunidades y fue gracias a lo cual no desistieron en su objetivo.

 

Paco Suárez fue testigo de que el arte tiene un poder enorme de abrir calles de luz, que al menos en Medellín lograron reducir la violencia, permitiendo que las noches fueran más transitadas y evitando que los barrios siguieran siendo cementerios, pues no sólo se trata de poner belleza en las comunas y contrastarla con lo duro de las balas, los grupos artísticos también logran crear redes profundas de amistades, mismas que pueden llegar a ser más fuertes que las delictivas.