Ricardo y María Julia apenas pueden creer que su hijo José Salvador esté vivo, y atribuyen a un milagro de Dios que haya podido sobrevivir, como él afirma, a un naufragio de 13 meses en una pequeña lancha en el Oceáno Pacífico.

 

La vida de Ricardo Orellana, de 65 años, y de María Julia Alvarenga, de 54, dio un vuelco enorme y repentino en los últimos días, tras enterarse de que su hijo estaba con vida.

 

Este martes, luego de meses de angustia, pudieron por fin escuchar su voz en una emotiva llamada telefónica.

 

“Es un milagro divino, una señal de que Dios ha sido misericorde con la vida de mi hijo, yo no me cansaba de pensar que él un día iba a volver con nosotros, Dios quiere que vuelva con nosotros, a nuestra casa”, afirma María Julia, entre emocionados sollozos.

 

(Foto: AFP)

 

Ahora la pareja es asediada por la prensa en su casa en el cantón Garita Palmera, 118 km al suroeste de San Salvador, en la costa del Pacífico.

 

“Nos hemos vuelto famosos en todo el mundo por este milagro”, comenta Ricardo a la AFP y suelta una carcajada, que luego se transforma en un gesto de nostalgia al recordar a su hijo que se marchó hace 15 años a México para trabajar con una compañía pesquera.

 

José Salvador, desaparecido a fines de 2012 desde el municipio de Pijijiapan en Chiapas, México, en una pequeña embarcación de pesca, fue encontrado con vida el jueves de la semana pasada en el lejano atolón coralino de Ebon, en las Islas Marshall (región de Micronesia), vistiendo apenas un calzón hecho jirones.

 

“Estoy bien, papá”, fueron las primeras palabras que Alvarenga dijo a sus padres en la llamada, de unos diez minutos de duración. “Estoy en este momento en un hotel, ya me hicieron una revisión médica y solo espero verlos pronto”, dijo.

 

“Ambos hemos llorado, fue una inmensa alegría (porque) lo dábamos por muerto”, relató Orellana a la AFP. María Julia también se deshizo en sollozos al escuchar después de tanto tiempo la voz de su hijo.

 

(Foto: AFP) 

 

Desde niño le gustó la pesca

 

Ricardo, un dedicado agricultor que a diario se levanta al alba para trabajar en sus cultivos de yuca, plátano, banano y maíz, recuerda con añoranza a José Salvador, a quien -afirma- “siempre le gustó la pesca”.

 

“Era inquieto de pequeño y siempre le gustó la pesca, se iba con los amigos a la playa, y cuando regresaba a la casa a veces traía pescados que él mismo atrapaba”, recuerda Ricardo.

 

Cuando los vecinos se enteraron de la noticia, llegaron a su humilde casa a conocer detalles de lo sucedido y él les contó gustoso.

 

Ellos tienen a su cuidado a la hija de José Salvador, Fátima, de 14 años, cuya madre se la dejó antes de irse a vivir a Guatemala.

 

“Estoy emocionada porque lo voy a conocer”, dijo la jovencita, quien estalló en alegría al saber que su padre llamaba.

 

(Foto: AFP)

 

Increíble historia

 

En El Salvador, la prensa ha dedicado mucha atención a la increíble historia de José Salvador, quien afirma haberse alimentado de aves y preces crudos y bebido sangre de tortuga y agua de lluvia mientras estuvo a la deriva.

 

Expertos como el médico francés Yves Chauve, consultado en París por la AFP, dudan de la veracidad de la historia, debido a la duración sin precedentes del naufragio y a los alimentos consumidos, solo compuestos con proteínas y sin carbohidratos, esenciales para el funcionamiento del cuerpo humano.

 

El periódico MAS! de El Salvador tituló “El náufrago cholotón (gordo)” sobre una fotografía que publica en su portada, en la que aparece un José Salvador más bien “relleno” y de buen semblante.

 

La cancillería salvadoreña informó que trabaja junto al gobierno de México en las labores de atención y repatriación del náufrago, que se encuentra muy bien de salud, pese a haber estado más de un año en pleno océano.

 

(Foto: AFP)

 

Las autoridades salvadoreñas también han anunciado que proporcionarán al náufrago un pasaporte provisional como parte del proceso de repatriación.

 

José Salvador, según versiones de la prensa, pidió ser llevado en primer lugar a México, y luego a El Salvador donde sus familiares le esperan ansiosos.

 

“Vamos a hacer una gran comida, pero no le vamos a dar pescado pues debe de estar aburrido de comerlo, vamos a darle un gran plato de carne, frijoles y queso, para que se reponga”, sostuvo su madre.