Ellos no emigran a Estados Unidos en busca del sueño americano; no abordan a “La Bestia” para atravesar México y llegar a la frontera; no dejan a su familia atrás huyendo de la pobreza; ni son secuestrados por grupos del crimen organizado o retenidos por autoridades de migración. Son mexicanos a quienes nadie les viola sus derechos humanos ni tampoco cruzan de ‘mojados’.

 

Los llamados “migrantes fresas” son empresarios millonarios mexicanos que huyen del país por la violencia y extorsión de la cual son víctimas y asientan sus empresas en ciudades del sur de Estados Unidos, región que ha visto un notable crecimiento de negocios mexicanos en sus calles.

 

El fenómeno no es nuevo, lleva décadas produciéndose, pero a la par del aumento de la violencia en estados como Tamaulipas, Nuevo León o Chihuahua, los empresarios norteños prefirieron emigrar más allá de la frontera para iniciar otra vida, incluso sus hijos poseen la doble nacionalidad y realizan sus estudios en escuelas de aquel país.

 

Texas, Arizona, Nuevo México, California, San Diego, San Antonio, Dallas o El Paso son las ciudades predilectas de estos mexicanos privilegiados por su acaudalada vida, pues desde allá siguen con el manejo de sus negocios en México sin ser víctimas de extorsión o secuestro por parte de grupos del narcotráfico que del llamado “cobro por derecho de piso”.

 

Incluso la población mexicana en la ciudad de Nueva York ha crecido 52 por ciento en la última década, para sumar 186 mil 300 residentes, con lo que se ha convertido en el tercer mayor grupo inmigrante en la urbe.

 

Sobre estos datos Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York,alertó que las cifras podrían servir para que el Congreso de EU reanude las discusiones en torno a una reforma migratoria integral, debido a que muestra que esta migración ha fortalecido a la ciudad, así como a la zona sur del país.

 

El presidente de la Asociación de Empresarios Mexicanos (AEM) del capítulo de San Antonio, Juan M. Fernández, dijo a la BBC en días pasados que la seguridad y la cercanía geográfica con sus estados de origen son lo que motiva a los empresarios mexicanos a asentarse en ciudades sureñas de Estados Unidos.

 

“Tristemente la mayoría de los que se han mudado lo han hecho por la violencia. Suelen ser empresarios que buscan seguridad para sus familia y expandir sus negocios en San Antonio”, explicó Fernández.

 

“La ventaja de Texas es que tiene el mismo huso horario que Ciudad de México, además de muy buenas conexiones aéreas, ya que en los últimos tres años los vuelos han aumentado tremendamente (…) Además, en un viaje de 5 horas en auto estás en Monterrey y eso facilita las cosas”, agregó.

 

De hecho los empresarios están ‘mexicanizando’ ciertas ciudades fronterizas de Estados Unidos. Es el caso de la zona residencial de San Antonio conocida como Sonterra, que tiene su propio club de golf, a la que los “migrantes fresas” procedentes de la capital de Nuevo León han renombrado como Soterrey.

 

En su página de internet, la AEM-USA se describe como una “organización sin fine de lucro” cuyo objetivo es “apoyar al empresario y profesionista mexicano a tener éxito en los Estados Unidos  (…) adicionalmente contribuimos con nuestro trabajo al desarrollo del lugar en donde vivimos y colaboramos en las relaciones entre México y los Estados Unidos”.

 

En ese sentido, de acuerdo con la BBC, las autoridades estadunidenses saben que este flujo de empresarios mexicanos trae consigo beneficios económicos para sus ciudades, por lo que facilitan la obtención de visas a estos millonarios a cambio de una inversión que va de los 500 mil al millón de dólares, lo cual genera empleos en la ciudad.

 

Juan M. Fernández estima que la migración de empresarios mexicanos a EU se ha frenado un poco en los últimos meses, aunque se advierte un flujo constante.

 

“Tristemente hasta hace poco a los mexicanos se los veía como gente con poca educación y que estaban en el país en situación ilegal, pero esa percepción está cambiando y se están dando cuenta de que son gente educada y con espíritu emprendedor”, finaliza.

 

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