El ex presidente estadunidense Ronald Reagan propuso en 1980 la primera idea de crear un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y México, pero en ese momento nadie creía que pudiera ser posible, por lo que nunca se realizó, hasta que México presentó la propuesta diez años después.

Luis de la Calle, quien era en ese momento ministro para Asuntos Comerciales de la Embajada de este país en Washington, explicó a 24 HORAS que México fue el impulsor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1993 y en vigor desde el 1 de enero de 1994.

 

Recordó que fueron 14 meses de negociaciones intensas y complejas, en las cuales México pidió que fuera tratado como un país desarrollado por sus contrapartes para que pueda lograr el impacto que se buscaba, es decir, incrementar el comercio en la región mediante reglas armonizadas.

 

El ahora director general y socio fundador De la Calle, Madrazo, Mancera, S.C. (CMM) contó que el hecho de que los principales funcionarios públicos en Estados Unidos era texanos permitió que se lograra firmar el TLCAN, pues consideró que si hubieran sido neoyorquinos o de Massachusetts, nunca se hubiera firmado.

 

Luis de la Calle, quien también fue subsecretario de Negociaciones Comerciales Internacionales de la Secretaría de Economía, comentó que el tratado de libre comercio tuvo un fuerte impacto para el comercio de la región, pues las exportaciones de México se multiplicaron siete veces desde su entrada en vigor hace 20 años. Ahora espera que el país se transforme en la plataforma exportadora de América del Norte hacia Asia.

 

-¿Qué impacto ha tenido el TLCAN para México?

 

-“El TLC fue diseñado para incrementar el comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Medido con este parámetro pues ha sido un gran éxito porque las exportaciones de México se ha multiplicado siete veces. Por ejemplo, tenemos hoy en día un comercio con Estados Unidos de más de 500 mil millones de dólares al año. Y Canadá es el segundo mercado de México. El objetivo del tratado de libre comercio que era tener un mayor comercio, una mayor integración productiva en América del Norte, pues se ha logrado.

 

-Al parecer esos 20 años del TLCAN van a ser más festejados en México que en Estados Unidos y Canadá. ¿Cómo ves esa situación de que creen que ese tratado benefició más a México?

 

-“Yo no creo eso. Si preguntas en Estados Unidos, la gente piensa que ha sido más beneficioso para México. Si preguntas en México, la gente piensa que ha sido más beneficioso para Estados Unidos. Pero en realidad, hoy en día el comportamiento de la economía mexicana influye en el comportamiento de la economía de Estados Unidos. Ya somos suficientemente grandes ahora con respecto a Estados Unidos para importar mucho más de lo que importábamos antes. También ha habido un cambio en ese sentido.

 

“México y Canadá compran un tercio de lo que exporta Estados Unidos al mundo. México habrá comprado este año el 15% de las exportaciones de Estados Unidos a través del mundo. Somos ahora su principal proveedor de coche y de electrodomésticos. La probabilidad de que un ciudadano americano consume un producto hecho en México es muy alta. Ha cambiado un poco la importancia que tenía México en la economía de Estados Unidos.

 

“Por otro lado, aunque seguimos teniendo a Estados Unidos como nuestro principal socio comercial, hoy en día nuestras exportaciones están un poco más diversificadas de lo que estaban antes del TLC y nuestras importaciones también”.

 

-¿Qué se espera para los próximos 20 años con ese TLC?

 

-“El TLC fue imaginado y diseñado para aumentar el comercio entre nosotros tres y el reto para los próximos 20 años es que América del Norte se convierta en una gran zona de exportación al mundo, particularmente a Asia. El gran reto hacia adelante no es tanto seguir incrementando el comercio entre América del Norte, sino que América del Norte sea un exportador neto y que México se convierta en la plataforma de exportación de América del Norte al mundo. De la misma forma que nos convertimos en la plataforma de exportación para Estados Unidos, ahora seremos la plataforma de exportación a Asia y a Europa, para competir con China no solamente en el mercado de Estados Unidos, sino para competir con China en Asia y en el mundo.

 

-El Financial Times publicó recientemente una serie de reportajes hace un par de semanas y decía que el futuro del TLCAN está en la revolución energética. ¿Qué opinión tiene al respecto?

 

-“Lo que sucedió en los últimos años con la revolución energética en Estados Unidos y Canadá es que hoy en día América del Norte tiene la energía más competitiva del mundo y además la dependencia de América del Norte de fuentes externas se ha reducido significativamente. En Estados Unidos hay un proceso de reindustrialización en parte por el precio del gas natural y el principal beneficiario del proceso de reindustrialización en Estados Unidos debería ser México porque la industria estadunidense y la industria mexicana están mucho más integradas de lo que la gente cree.

 

“Entonces en la medida en que Estados Unidos se reindustrialice con energía económica, México también puede empezar un rápido proceso de industrialización que nos haga altamente competitivos con respecto al mundo. Para realmente poder convertir al país en una plataforma de exportación a Asia de manufactura, lo que necesitamos es tener un mercado de energía competitivo. Eso ahora es posible con la reforma energética, pero también necesitamos tener excelencia logística. El reto de América del Norte es precisamente implementar su competitividad como resultado de la revolución energética, pero en manufactura y acelerar el proceso de industrialización y convirtiendo a México como plataforma de exportación. En el fondo, si tenemos energía competitiva, el país más competitivo entre los tres es México”.

 

-¿Se piensa actualizar ese tratado de libre comercio?

 

-“No tanto actualizarlo, sino complementarlo. Hubo una reunión en diciembre de hombres de negocios de México y Estados Unidos para tratar de definir áreas en los que podemos mejorar para complementar el tratado de libre comercio y una de esas áreas es la infraestructura: infraestructura en cruce fronterizo, infraestructura de transporte. El segundo tema que se discutió es facilitar el cruce fronterizo en términos regulatorio. Y el tercero es buscar una apertura en transporte para mejorar la logística y aprovechar las condiciones. Además, tratar de integrar a México al mercado de América del Norte de energía”.

 

-El TLC fue el primer acuerdo regional que dio el impulso a otros. ¿Cuáles son los retos para seguir con esos tratados regionales que se están negociando actualmente?

 

-“México participa en el TPP, Canadá también. Tenemos una manera de estar presentes. El sólo hecho de participar en un acuerdo transpacífico envía la señal de que tenemos un interés ofensivo con respecto a Asia, no solamente un interés defensivo. México participa, Canadá también y es posible que concluye en los próximos meses. El otro tratado que se está negociando es el tratado transatlántico, entre Estados Unidos y Europa, y ahí lo que hay que hacer son dos cosas. Uno es insistir que queremos participar, pero mientras, porque esto no va a suceder en el corto plazo, México, Estados Unidos y Canadá pueden empezar a negociar en el contexto de TLCAN las disciplinas y las áreas que van a ser sujeto de negociación entre Europa y Estados Unidos”.

 

-Fuiste parte de las negociaciones del tratado de libre comercio norteamericano. ¿Cómo se hicieron las negociaciones del TLCAN?

 

-“Fueron muy intensas. Era el tratado más ambicioso de esa época. De hecho sigue siendo el tratado más ambicioso. Se negoció en 14 meses, lo que implicó una importante intensidad. Se negociaron en esa época áreas en materia de comercio que nunca se habían negociado en el pasado y por tal razón el tratado tuvo una enorme influencia en la negociación que se tuvo para terminar la Ronda de Uruguay y constituir la Organización Mundial del Comercio. Se ha convertido en un modelo de negociaciones futuras.

 

“Hay gente que critica el tratado de libre comercio, pero no se dan cuenta que después de que México firmó un TLC con Estados Unidos y con Canadá, hubo una larga cola de países que quisieron hacer exactamente lo mismo que hizo México con estas dos naciones. Después México firmó sus propios tratados, incluso el europeo, que también estaba modelados con el TLCAN. Lo interesante del TLC fue su profundidad, pero también la innovación que implicó. Hay una cosa muy importante que a la gente se le olvida. El TLCAN es un tratado simétrico, es decir, las mismas reglas se aplican a México, Estados Unidos y Canadá, a pesar de que México es un país de menor desarrollo.

 

“Fue la primera vez en la historia que los países a pesar de sus distintos niveles de desarrollo, podían sujetarse a las mismas disciplinas. Lo que hemos visto es que cuando hay estado de derecho, tus exportaciones crecen siete veces. Para México es una lección importante. La única área que funciona bien en la economía mexicana es el área donde hay reglas claras permanentes que no pueden cambiarse”.

 

-¿Cómo inició la negociación? ¿Quién la propuso?

 

-“La primera idea la propuso Ronald Reagan en 1980, pero todo el mundo pensó que era una locura. En 1989, cae el muro de Berlín. En 1990, México se da cuenta de que Europa iba a estar enfocado a Europa del Este y Europa Central y que el único país o región donde se podía concretar un acuerdo importante era con Estados Unidos. México le propuso a Estados Unidos la negociación”.

 

-Entonces ¿fue México el impulsor?

 

-Oficialmente sí, o sea, Ronald Reagan lanzó la idea antes, pero no sucedió nada en ese entonces. Lo interesante es que en esa época había un grupo de texanos que eran los principales funcionarios públicos en Estados Unidos. El presidente de Estados Unidos era texano, el secretario de Estado era texano, el secretario de Comercio era texano, el presidente de la Comisión de Finanzas del Senado de Estados Unidos era texano.

 

“Había una constelación de texanos en Washington que hizo posible dar el impulso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Si hubieran sido neoyorkinos o de Massachusetts probablemente no lo hubiéramos negociado. La negociación inició en 1991, pero hubo una pausa por la Ronda de Uruguay. No funcionó, así que Estados Unidos y Canadá decidió negociar el TLCAN. Una vez que se terminó eso, ya se pudo hacer la Ronda de Uruguay por la presión que dio la firma del TLCAN”.

 

-¿Ha sido difícil negociar con EU y Canadá?

 

-“Sí. El tratado era muy ambicioso y tenía dos virtudes muy importantes además de las simetrías de disciplinas. Una era que negociamos bajo el principio de que todos los sectores iban a ser cubiertos, entonces eso hacía que no hubiera excepciones. Si hubiéramos hecho una excepción o dos, el tratado no se hubiera podido concluir. Y la otra es que el principio de la negociación era que íbamos a tener una apertura total, o sea, la eliminación de los aranceles, no solamente su disminución, sino su eliminación.

 

“Lo único que se discutía en la mesa era cuándo y qué tan rápido se iba a disminuir los aranceles. Eso hizo la negociación posible. La negociación fue muy compleja con los negociadores estadunidenses y canadienses. Fue muy compleja con el sector privado mexicano y después fue muy compleja en la aprobación en el Congreso de Estados Unidos”.

 

-Además de los aranceles, ¿cuáles temas fueron los más difíciles de llegar a un acuerdo?

 

-“Los aranceles tuvo mucha dificultad. Reglas de origen tenía una dificultad técnica porque era la primera vez que se negociaba. El capítulo del servido de inversión también fue difícil de negociar. El capítulo de dumping también y él de propiedad intelectual porque nunca se había negociado en materia de comercio internacional un acuerdo de propiedad intelectual”.

 

-El hecho de que México es un país menos desarrollado que Estados Unidos y Canadá, ¿cómo se pudo lograr ese acuerdo?

 

-“Obviamente hubo un periodo de transición más largo para productos muy sensibles para México. Por ejemplo, el maíz, el periodo de transición fue de 15 años. Hubo otros productos que fueron muy sensibles y se les dio un periodo de transición más largo. Hay un reconocimiento en esta negociación de los países en desarrollo y les conviene tener reglas claras permanentes y no distintas que los países desarrollados.

 

“Es una lección muy importante porque esa es la principal razón por la que no hemos podido tener un avance importante en la Organización Mundial del Comercio porque en la OMC todavía hay muchos países que piensan que los países en desarrollo necesitan un trato que se llama en el comercio internacional, preferencial y diferenciado. Pero eso es lo que ha detenido en parte el desarrollo de estos países. El país que insiste que lo trates como un país en desarrollo, por alguna razón se queda en desarrollo. México dio un paso muy importante, insuficiente obviamente para el desarrollo del país, porque el país no se puede desarrollar sólo con el TLC, pero sí hizo una contribución muy importante para la modernización de México”.