En ciencia, tecnología e innovación (CTI), como en el resto de las actividades humanas, la participación de las mujeres es fundamental. Identificar aquellos aspectos, áreas o ámbitos críticos en los que falle la plena incorporación de las mujeres en la construcción social que da o debería dar como resultado la realidad, es una tarea que atraviesa todos los órdenes de nuestra civilización.

 

El pasado viernes se llevó a cabo un ejercicio de reflexión, análisis y propuestas sobre una perspectiva de género en la CTI en las instalaciones de la Universidad del Claustro de Sor Juana, evento al cual convocaron, además de esa casa de estudios, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, AC (FCCyT), el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), y el debate se centró en la necesidad imperiosa de transformar las demandas de equidad en procesos que generen políticas públicas, que hagan posible el ingreso y la participación de ambos géneros en igualdad de condiciones y oportunidades, así como imprimir a estos procesos un carácter inclusivo que aprecie y aproveche las capacidades por igual de ambos sexos.

 

Esta hoja de ruta, que aún está en elaboración, permite sin embargo visualizar desde ahora varios aspectos muy importantes: Por un lado, que la inclusión equitativa debe comenzar por el núcleo mismo en el que se genera la discriminación hacia las mujeres y la discriminación de todo tipo: el hogar. Un segundo ámbito es el de los espacios de la educación escolar, pues sin una cultura que fomente la formación profesional y científica de las mujeres, asuntos como equidad, inclusión y empoderamiento no pasarán de los discursos a los hechos.

 

En otro asunto, surgió la percepción más o menos general de que se hace énfasis en la oferta de soluciones para fortalecer la equidad de género, como promover propuestas para combatir toda forma de discriminación, pero se deja de lado la cuestión de la demanda. Las buenas políticas públicas se construyen a partir, precisamente, de las demandas individuales, comunitarias, locales y regionales.

 

Otras asignaturas pendientes que resultaron de este ejercicio de discusión y análisis pasan por una serie de datos a considerar: La primera de ellas es consolidar los estudios de género como línea de investigación específica en posgrados, pues si algo quedó de manifiesto este viernes es que todavía estamos muy rezagados como sociedad en la procuración de los más elementales derechos a la educación y a los beneficios que del conocimiento científico y tecnológico podamos aspirar hombres y mujeres en igualdad de circunstancias.

 

Otra tarea es alcanzar un mejor equilibrio de género en cuanto a la representatividad dentro del Sistema Nacional de CTI. Por ejemplo, en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), los índices promedio se sitúan entre 35% mujeres contra 65% hombres. También hay mucho qué hacer para avanzar en la facilitación y el fortalecimiento de la producción científica de un mayor número de mujeres.

 

En otros ámbitos, como las matrículas universitarias, la presencia de mujeres es mayor en ciencias sociales, de manera que es necesario redoblar esfuerzos en alfabetización y divulgación científica para que desde los primeros años de enseñanza más mujeres descubran sus vocaciones por las ciencias exactas.

 

Y muy importante es propiciar un mayor número de mujeres en las áreas ejecutivas y de dirección, que es donde se toman las decisiones. En todos estos ámbitos, la tarea parte de la identificación de aquellos factores, nudos, o debilidades que impiden la construcción de sociedades cada vez más equitativas e inclusivas, para después fortalecer las buenas prácticas de equidad, inclusión y de igualdad entre hombres y mujeres, en la que todas y todos ganemos.

-oo0oo-