Hay a quienes les gusta tropezar con la misma piedra, Jeff Zucker es uno de ellos.

 

La televisión norteamericana está llena de personajes que se convierten en estrellas aunque no salgan a cuadro. En México, la cultura del productor estrella viene desde los inicios de la televisión. Don Luis de Llano Palmer fue un ejemplo de fama que era reconocida por los miembros del medio televisivo y radiofónico. Años después, su hijo Luis de Llano Macedo logró cosechar lo que su padre había dejado y logró que su fama se multiplicara. Junto con él, nombres como Valentín Pimpstein, José Rendón o Humberto Navarro –sí, el de la Pájara Pegui y los antros del conjunto Marraquesh– hicieron un Star System distinto pero envidiado en su momento: el Star System del productor de televisión.

 

El método se ha reproducido en la televisión mexicana hasta la fecha: Carmen Armendáriz, Carla Estrada, Juan Osorio, Epigmenio Ibarra, Adrián Patiño, Giorgio Arezu, Elisa Salinas o Salvador Mejía son parte de ese selecto grupo que puede crear y destruir carreras conforme moldean a sus personajes.

 

Así es Jeff Zucker.

 

Nacido en la Florida, Zucker puede considerarse un genio en cuanto a los resultados en la televisión de los Estados Unidos. Ingresó a la NBC como copy y guionista para los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. De ahí, su carrera fue crecer en todas direcciones en el canal que, entonces, era de General Electric.

 

Zucker convirtió a Kate Couric en la periodista que todo Estados Unidos admiraba, visualizó el set del Today Show como algo cercano a la gente y creó espectáculos matutinos que convirtieron el Rockefeller Plaza en parada obligada no sólo por la arquitectura, sino por el show que ahí se desplegaba. La producción de televisión como algo glamoroso.

 

Por ello, le fue confiada la barra Prime Time del canal. Fue uno de los artífices del éxito de Friends, primero en el mercado local y luego en el internacional. Hizo de esa barra no sólo competitiva, sino ganadora y líder.

 

El éxito llevo al ejecutivo de Florida a ascender a presidente de la cadena. Nada volvió a ser igual.

 

La NBC comenzó un proceso de descomposición que Zucker no pudo revertir hasta su salida tras la compra de Comcast. Los fracasos de programas de comedia y la crisis generada por la salida de Conan O’Brien tras el zipizape con Jay Leno son parte de la mala plana con la que salió del primer canal de la unión americana.

 

En un inicio, Jeff Zucker sólo tenía como proyectó un talk show matutino con su descubrimiento, Katie Couric. Las cosas cambiaron.

 

Hace aproximadamente un año, el ejecutivo fue nombrado presidente de CNN. La cadena de noticias ha sufrido de bajos ratings y arraigo en la férrea lucha entre Fox y MSNBC. El canal creado por Ted Turner no ha logrado atraer a una audiencia necesitada de información pero, eso sí, con el sesgo ideológico de su preferencia.

 

Pese a que la situación del concepto es soportable a nivel internacional, la falta de ratings de forma doméstica tiene obsesionado a Jeff Zuker. Tanto, que sus últimas declaraciones parecen una declaración de guerra contra la materia prima de su propuesta: las noticias.

 

Según él, el canal necesita acercarse más a Discovery, NatGeo, A&E o History Channel y decir adiós a la competencia con Fox o NBC. El pensamiento de Zucker se basa en algo sencillo: la gente se entera por dispositivos móviles, no por la televisión.

 

El accidente de Paul Walker fue definitorio. A una nota tan local y tan impactante para un público que no ve necesariamente noticias, CNN era, de forma tradicional, el medio televisivo para enterarse. Ahora, lo hicieron vía redes sociales y aplicaciones de noticias.

 

Por lo pronto, el nuevo CNN tendrá más shows y menos noticieros. Más personajes de la vida social y menos periodistas. Más certezas y menos Breaking News.

 

El camino es riesgoso. Quitarle una N a CNN es estar en la cuerda floja de los ratings y, más peligroso, de la credibilidad.

 

Como cuando escogió a Leno por encima de O’Brien, el corto plazo ante todo.

 

A ver si, luego, no les sale más caro rescatar la N perdida.