La voz comenzó a correr en las redacciones de los diarios de la capital hacia media mañana. Era el martes 10 de enero de 1989 y la noticia era tan breve como impactante: ¡Detuvieron a La Quina!

 

A esas horas, traían ya al líder petrolero, de 66 años de edad, de Ciudad Madero (Tamaulipas) hacia la ciudad de México. Las primeras versiones hablaban de un bazukazo en su casa. Fue el ejército, apuntaban. También van por (Salvador) Barragán Camacho…, agregaban.

 

Uno se quedaba helado al oír aquello. Joaquín Hernández Galicia era todopoderoso entonces. Tanto que resultaba increíble que el líder del sindicato petrolero –ese que había doblado a varios presidentes de la República: Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid- fuera detenido con lujo de fuerza por órdenes de Carlos Salinas de Gortari, cuando apenas si llevaba un mes y diez días con la banda presidencial.

 

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