Desde 2009 Amazon ya vende más libros electrónicos que los tradicionales de papel y cubierta dura, según informó en ese entonces la empresa que dirige Jeff Bezos, actual propietario del diario estadunidense The Washington Post.

 

Las marcas que ofrecen sus dispositivos para libros electrónicos se han diversificado: iPad de Apple, Kindle de Amazon, Nook de Barnes and Noble, Sony Reader, y muchas más que se pueden encontrar en el mercado a precios baratos.

 

Sin embargo pocos de los que poseen un ebook saben con certeza la historia del aparato a través del cual leen a sus autores favoritos, sin importar que estos sean el bestseller Paulo Coelho o el excéntrico y beodo Charles Bukowski.

 

Es común que le atribuyan al estadunidense Michael Hart el privilegio de haber impulsado el libro electrónico desde 1971, año en que Salvador Allende nacionalizó la banca privada en Chile, o se crearon los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) en México.

 

(Foto: Especial) 

 

Sin embargo el precedente viene de más atrás, cuando en 1949, la profesora española Ángela Ruiz Robles presentó la patente 190.698 sobre “un procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros”, según describe el catálogo “200 años de patentes” de la Oficina Española de Patentes y Marcas.

 

En palabras de la propia Ángela Ruiz, su invento consistía en un libro “ideovisual, didáctico y a su vez interactivo”, contó su nieto a la cadena británica BBC, su nieto y funcionario del Ministerio de Economía y Competitividad, Daniel González de la Rivera.

 

¿Cómo funcionaba?

 

González de la Rivera evocó a su abuela al contar cómo funcionaba el libro mecánico: “Abierto, consta de dos partes. En la de la izquierda lleva una serie de abecedarios automáticos, en todos los idiomas: con una ligerísima presión sobre un pulsador se presentan las letras que se deseen, formando palabras, frases, lección o tema y toda clase de escritos.

 

“En la parte superior de los abecedarios lleva a la derecha una bobina con toda clase de dibujo lineal, y en la de la izquierda otra con dibujo de adorno y figura.

 

“En la parte inferior de los abecedarios, un plástico para escribir, operar o dibujar. En la parte interior, un estuche para guardar asignaturas. En la parte de la derecha van las asignaturas, pasando por debajo de una lámina transparente e irrompible, pudiendo llevar la propiedad de aumentos, pueden ser estos libros luminosos e iluminados para poder leerlos sin luz.

 

“A la derecha e izquierda de la parte por donde pasan las materias lleva dos bobinas, donde se colocar los libros que se desee leer en cualquier idioma; por un movimiento de los misma van pasando todos los temas, haciendo las paradas que se quieran o queda recogido.

 

“Las bobinas son automáticas y puede desplazarse del estuche de la enciclopedia y extenderse, quedando toda la asignatura a la vista; puede estar sobre una mesa (como los libros actuales) o perpendicular, facilitando comodidad al lector, evitando con ello gran número de esfuerzos intelectuales y físicos. Todas las piezas son recambiables”.

 

(Foto: Especial)