El arquitecto Peter Rich dice que detrás de cada paisaje hay una historia; otro arquitecto, Tadao Ando, vincula la arquitectura con las emociones y deseos de los habitantes. Bien, pero hay dos factores que complementan el escenario de la vida en las ciudades: la tendencia mundial a abandonar el campo para vivir en las urbes y el otro, el envejecimiento de la población.

 

Ahora mismo se planean y se construyen nuevas ciudades en India, China y América Latina para dar cabida a una migración masiva de las zonas rurales a las zonas urbanas; se calcula que 75% de la humanidad vivirá en metrópolis para 2050. Ante esto, sólo un número limitado de espacios dará a sus habitantes la creatividad y vibración necesarias para impulsar el ambiente cultural y económico; alimentar el espíritu empresarial y la atracción de los jóvenes profesionales creadores de la tecnología que lleva la innovación.

 

Transformación en la forma de entender la vivienda del futuro, con espacios cada vez más reducidos, pero con la tecnología necesaria como para hacerlas lo más confortables de lo que ahora son (caras y pequeñas) para darles un mejor de nivel de vida a sus moradores. Si es que el planeta aún existirá para el año 2100 se calcula que entonces tres cuartas partes de la población mundial vivirá en la urbe.

 

La ciudad de México es un gran imán para la gente de zonas rurales con ese 18% del Producto Interno Bruto del total que genera todo el país, por lo que es la segunda con el mayor índice de población -8 millones 851 mil 80 habitantes (Censo 2010)- aunque hasta la fecha no tiene la capacidad para crear los más de 200 mil empleos anuales que necesita para satisfacer la demanda del mercado de trabajo y la infraestructura urbana es superada por la demanda de servicios.

 

Los arquitectos de Estados Unidos y Europa ya trazan en maquetas y en prototipos la La Ciudad Inteligente del futuro; un plan que se define en términos multidisciplinarios, pero eso supone que los edificios, avenidas, viviendas y todo lo que compone la metrópoli tenga una relación con la tecnología, lo cual es acertado, aunque la presencia de los Ciudadanos Inteligentes no debe quedar ausente, ya que la ciudad somos nosotros, no el concreto, cemento, varilla y cableado que sirve de vivienda, espacio de trabajo, diversión o de tránsito. Las ciudades surgieron como tal hace alrededor de 10 mil años cuando los nómadas se convirtieron en agricultores y pastores.

 

Eso por el lado de la insfraestructura, pero desde el ámbito hídrico hay en este momento una paradoja. Muchas ciudades del país se encuentran inundadas, pero el  Sistema Cutzmala, que provee al Distrito Federal de agua potable, no se encuentra a su capacidad. Esta red de presas alimenta a la ciudad, pero también lo hacen pozos, acueductos, ríos y de los mantos acuíferos que sufren una sobre/explotación de 40 metros cúbicos por segundo. De todo esto que llega, 30% se desperdicia en fugas. Ante esta dinámica las aguas residuales representan una tercer vía ante la creciente escasez de agua limpia. Los tratamientos de costos accesibles para su potabilización hace cada vez más posible su rehuso.

 

¿Y el envejecimiento poblacional? Otro reto para el futuro el problema que está a la vuelta de la esquina: en unos años volverá imposible la financiación de las jubilaciones. Por eso los analistas proponen desde ya analizar, discutir y proponer la ciudad que queremos para que no nos impongan modelos sexenales realizados por políticos que no experimentan la ciudad como el resto, que no se desplazan en Metro, que viajan con escoltas, en caravanas o helicópteros y que implantan esquemas que creen que necesitamos.