Genaro Guízar, presidente municipal de Apatzingán, la tierra más caliente de México en la última semana, afirmó en una entrevista de radio que los narcobloqueos en su municipio la semana pasada –durante el operativo en el que murió Nazario Moreno, el jefe de La Familia Michoacana conocido como “El Chayo”-, no fueron narcobloqueos, sino ataques provocados por el gobierno federal. “Me extraña que eso suceda”, agregó sin explicar nada. “Eso no sucede aquí”.

 

Regreso al pasado: El 11 de julio de 2009 fue detenido Arnoldo Rueda, “La Minsa”, número tres en el liderazgo de La Familia Michoacana, cuyo arresto desató una serie de ataques a instalaciones de la Policía Federal en varios municipios, incluido Apatzingán, en el principio de horas my difíciles para los federales.

 

Una unidad de agentes encubiertos de la Policía Federal que estaban buscando al número tres del cártel, Servando Martínez, “La Tuta”, fue descubierta por sicarios de La Familia Michoacana en Apatzingán. “La Tuta” ordenó que los ejecutaran y que lo grabaran. Un video que estuvo sólo siete minutos en YouTube, muestra completo el episodio, cuando están en el suelo golpeados y torturados, cuando a una agente la violan varios sicarios, y cuando aparecen ejecutados con el tiro de gracia.

 

Guízar, el alcalde que estuvo preso por el caso del llamado Michoacanazo, enfatizó en la entrevista este lunes. “Nosotros éramos pacíficos aquí. Nunca había pasado eso. No suceden tales cosas. (Apatzingán) no es una ciudad insegura”.

 

Regreso al pasado: El primero de julio de 2009, la Policía Federal presentó a Miguel Ortiz Miranda, apodado “El Tyson”, un capataz y entrenador de sicarios de La Familia Michoacana, cuyas primeras declaraciones ante la autoridad abrieron la puerta a la forma como se daban los cursos para los matones del cártel y hasta qué extremos llegaba la instrucción.

 

A Ortiz Miranda le encontraron una computadora portátil donde había el video de un joven acostado en el suelo boca abajo y encima de él otro joven con un machete, que se lo desliza por el cuello y lo empieza a cortar. Minutos después, con la presión, la cabeza empieza a desprenderse hasta que queda totalmente separada del cuerpo. El sicario la coloca en una hielera, lista para ser enviada a un adversario, con el propósito de provocar terror.

 

Guízar, el alcalde de Apatzingán en cuya región murió Nazario Moreno, organizó el domingo pasado una manifestación “por la paz” después de que la comunidad sufrió pánico y zozobra durante las 36 horas de operación contra del jefe de La Familia Michoacana. La manifestación se convirtió en una movilización de las bases sociales del cártel, que obligó a Guízar a deslindarse de ella. Pero el lunes, en la entrevista de radio, protestó contra lo mismo que reclamaba La Familia Michoacana: la presencia del Ejército y la Policía Federal en el estado.

 

Regreso al pasado: En febrero de 2008, una marcha en Morelia estaba tapizada de pancartas contra la Policía Federal y el Ejército, demandando que se fueran del estado. En la cabeza de la marcha iba Rafael Cedeño, “El Cede”, a quien Nazario Moreno había responsabilizado de los centros de readaptación en Michoacán –donde tejían su base social y reclutaban sicarios-, de la plaza de Lázaro Cárdenas, para el trasiego de cocaína a Estados Unidos y recepción de precursores de las metanfetaminas, y del control de los giros negros y la prostitución. Al momento de ser detenido el año pasado, “El Cede” portaba una credencial de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.

 

La penetración sociopolítica de La Familia Michoacana estalló cuando hace casi año y medio se detuvo a una treintena de funcionarios estatales y alcaldes –incluido Guízar-, por presunta relación con el narcotráfico. La mayoría se encuentra libre, por un amparo concedido por un juez local, pero el caso no está cerrado. Lo que sí está es contaminado por el traslape de la justicia con la política, y la confusión.

 

¿Quiénes son los buenos? ¿quiénes son los malos? Para Guízar, los malos son la Policía Federal y el Ejército. La violencia no la ocasionan los grupos delincuentes, afirmó. “Es la (Policía) Federal que viene”, agregó. Decenas de personas volvieron a las calles de Morelia exigiendo la salida de las fuerzas federales del estado y clamando que “Nazario vive en nuestros corazones”.

 

¿Quiénes son los buenos? ¿quiénes los malos? Hay muchos que critican a las fuerzas federales, por su estrategia, por sus abusos y sus excesos, pero tienen que ajustarse al dictado de la Ley. Los impuros, entre ellos, pagan con la cárcel. Pero los malos son los que no rinden cuentas, los que matan cuando se sienten vulnerables y se manejan bajo la ley de las armas. Los malos son los criminales, sin duda alguna, aunque a veces a muchos se les olvida.