Allende la tragedia familiar, la desaparición de los 12 jóvenes el domingo pasado tiene efectos serios para la capital. La tragedia ha generado conmoción pública y golpeado a las autoridades locales. El daño se expande al orden federal que con bombo y platillo acababa de anunciar la creación de una Unidad de Investigación y Búsqueda de Personas Desaparecidas que no quiere usar aquí.

El daño inmediato es el de los familiares. Cada desaparecido, es un hijo, hermano, sobrino o amigo de una red de individuos que padecen la pérdida. A ese dolor se suma la frustración que genera el desprecio y criminalización de las autoridades.

 

Al mejor estilo de Calderón, la administración Mancera minimizó el caso, y lo trató como aislado. Criminalizó a los jóvenes por ser de Tepito, por tener antecedentes penales o por sus vínculos familiares, pero no tienen registro de delitos recientes. Como agravante, el procurador se tardó cinco días en recibir a los familiares, y todos los procedimientos se ejecutaron con retrasos y deficiencias. Trataron el tema como si la desaparición de 12 personas a plena luz del día en la zona más transitada y resguardad de la capital, fuera un delito más.

 

Parece que seis años de errores de comunicación federal no le enseñaron nada a las nuevas autoridades de la ciudad más progresista del país. ¿Habrán olvidado el impacto de las frívolas palabras de Calderón sobre los jóvenes de Salvarcar o creen que la capital está en otro país? La criminalización de aquellos jóvenes lo obligó a invertir 7000 mil millones de pesos en Juárez y a aceptar públicamente la gravedad de la crisis.

 

Pero el error capitalino no quedó en la pésima reacción inmediata. Toda la semana nos bombardearon de explicaciones absurdas y contradictorias: cámaras inhibidoras versus videos de camionetas; cámaras sin memoria en el antro; la detección 10 huellas digitales, 40 gramos de mariguana y dos de pastillas psicotrópicas en el Heaven. Con esas ridículas pruebas afirman que el antro era un centro de narcomenudeo.

 

El drama del Heaven, nos hace sentir a los capitalinos más vulnerables de lo que creíamos. Es difícil saber si las autoridades realmente pueden garantizar nuestra seguridad pero, se esmeran en destrozar nuestra percepción de la misma. Su credibilidad se deteriora rápidamente. Su frívola y mala comunicación desconciertan. Lo más grave es que envían un mensaje de vulnerabilidad a los grupos criminales.

 

Para complicar el escenario, los familiares fueron a PGR. Pidieron la atracción del caso a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos. Los rechazaron por ser un expediente del fuero común. Es decir, eso de facilitar la búsqueda de desaparecidos y la creación de una ventanilla única solo queda en el discurso.

 

La ciudad parecía segura, pero ahora, de nuevo, hasta en las zonas más cuidadas uno puede desaparecer. El miedo se agudiza por el vacío de información generado por las autoridades. Evidencian sus deficiencias operativas y regresan al discurso calderonista que tantas críticas y pruebas de fracaso ha recibido. Desgraciadamente, los vacíos se llenan rápidamente y los criminales no desperdician estas oportunidades. En todo el país hemos visto como, los cambios de administración local, si se desordenan, abren el espacio a la violencia.

 

Mancera, como procurador infundía seguridad ¿Dónde está ese manejo? La ciudad está sitiada de enemigos peligrosos y aunque lo niegue, esta llena de mafias. Mejor que rectifique y reconozca su vulnerabilidad antes de que sea demasiado tarde.