Que Madero quite a Cordero el liderazgo de la bancada panista en el Senado no debiera sorprendernos. Cordero ha destacado por la violencia y desprecio con los que trata al presidente de su partido, cuyas decisiones descalifica sistemáticamente. Él y sus cuatro fantásticos: Javier Lozano, Mariana Gómez del Campo, María Luisa Calderón y Roberto Gil, se volvieron verdaderos porros de la política. Con insultos y malos modos han obstaculizado cuanta iniciativa se les proponga. Se volvió un obstáculo para el PAN, para Madero, para el PRI, para el Pacto y para México.

Cordero ha cuestionado y frenado todo: desde las iniciativas del Pacto y la reforma a la administración pública federal hasta la participación del Presidente en el Senado. A veces usa razones técnicas sólidas, pero la mayoría, con reacciones viscerales y pobres fundamentos.

 

El problema no es que genere iniciativas, o que cuestione las propuestas sino su modo de operar. La existencia de un liderazgo disidente que mejore las propuestas del Pacto es fundamental, pero la violencia no da resultados. Insultar a los actores políticos, empezando por su propio dirigente, frustra el diálogo e impide el avance. Cordero, no acepta que los malos modos de Calderón generan animadversión.

 

Además de su rudo estilo de hacer política, Cordero ha subestimado a sus contrincantes. Posiblemente se creía intocable. Confió en que la combinación de una buena negociación entre Calderón y Peña, el fuero del Senado y el rango de líder de la bancada serían suficientes para hacer su voluntad, pero no es así. Por lo pronto, colmó la paciencia del presidente de su partido en un contexto que se antoja adverso para su grupo.

 

Los priistas son contrincantes duros y buenos jugadores en circos de varias pistas. En dos semanas, aceptaron un extraño adéndum al pacto, enviaron a la cuestionadísima Marisela Morales, ex procuradora de Calderón, de cónsul a Milán y abrieron públicamente el expediente guardado de César Nava. Son demasiados elementos comunes al sexenio pasado, previo al despido de Cordero, como para pensar que se trata de una coincidencia.

 

El adéndum era inevitable para que Madero recuperara aire en su partido. El perdón a Marisela sólo puede entenderse como una negociación. La ex procuradora ha sido el principal objeto de crítica de este gobierno. ¿A cambio de qué la perdonaron? Simultáneamente, el caso de Nava, más que un golpe parece una advertencia al círculo calderonista porque, en este momento, en principio, el PRI no tiene incentivos para pelearse con el PAN. Está en el interés del gobierno mantener al Pacto para sacar las prometidas reformas, lo que se ve difícil si los calderonistas bloquean todo avance en el Senado.

 

Para que la separación de Cordero del liderazgo del PAN en el Senado rinda frutos para el Pacto, Madero necesitará ser capaz de dividir a su bancada y sumar suficientes votos a sus propuestas. Es difícil saber si lo logrará. Los calderonistas están debilitados pero tienen medios.

 

Desgraciadamente para el país, otra vez, los radicales echaron a perder su oportunidad de construir algo por la vía política. Reaccionan por sus rencores y sus dolores no por proyecto de nación. Prefieren sangre antes que avance.

 

Hoy, el ala disidente del Senado se debilitó para pesar de los mexicanos que requerimos un contrapeso serio. Necesitamos legisladores que lleven las reformas del Pacto dos pasos más adelante de lo que su consenso básico y de lo que el PRI mismo quiere. Por lo pronto, no los tenemos.