En un homenaje realizado al escritor mexicano Carlos Fuentes, amigos y colegas recordaron el legado del autor de “La región más transparente” mostrando su admiración y aprecio.

 

Para el escritor y periodista Hugo Gutiérrez Vega considera a Carlos Fuentes no sólo como un escritor universal sino como un narrador que a través de su obra novelística se ha convertido en objeto de culto y en un clásico de varias generaciones.

 

“Aura, por ejemplo –refirió Hugo Gutiérrez Vega– es más que una novela, es un prodigio donde combina lo fantástico con su propia postura para describir cómo eran las ideas y ese sentir moral de nuestro país después de la Revolución, con ella inicia una de las vertientes mas especiales en su obra, dejando para el lector un claro hilo conductor con otras obras como Las buenas conciencias”.

 

Gutiérrez Vega aseguró que de las obras donde Carlos Fuentes echa mano de lo fantástico para construir metáforas pueden leerse entre líneas otros significados que terminan por atrapar al lector.

 

En tanto, el pintor Leonardo Nierman estimó que Carlos Fuentes fue un escritor que supo conectarse siempre con los jóvenes evitando las permanentes pompas académicas y las cúpulas palaciegas donde sólo tienen cabida unos cuantos.

 

“En sus apariciones públicas –expuso Leonardo Lierman– siempre era sitiado por jóvenes. Ha transcurrido un año de su muerte y creo que pocas veces se ha sentido tanto el vacío que deja un extraordinario escritor como él, cuya mente lúcida le permitía opinar sobre cualquier tema, en especial aquellos que tenían que ver con las injusticias en México y en Latinoamérica”.

 

Leonardo Nierman dijo que Carlos Fuentes fue un hombre universal que llevó la cultura mexicana a los círculos más altos y además fue admirado por otros autores por la originalidad y la trascendencia de su obra.

 

En uno de sus últimos encuentros con los medios, el escritor afirmó que si tuviera un plan de vida sería escribir hasta la muerte. “Es lo que me gusta hacer, para mí no es un trabajo, es lo que disfruto y quisiera hacerlo hasta mis últimos días”.

 

El músico Mario Lavista recordó que en 1986 comenzó a realizar la ópera basada en la novela Aura con el apoyo de la Fundación Guggenheim y la obra se estrenó en el Palacio de Bellas artes en 1988.

 

“En la ópera Aura se agregaron muchos elementos orquestales, en un principio se había pensado realizarla con un grupo de cámara, pero a medida que se desarrollaba la obra y musicalmente se entraba en el universo de los personajes se fue haciendo más grande la parte musical, todo ello para rendir homenaje a esta gran obra que ha acompañado a nuestra cultura desde hace cinco décadas”, describió Mario Lavista.

 

En este sentido coincidió con mucho creadores y artistas en cómo la obra de Fuentes nos mostró el lado cualitativo de la naturaleza humana y dejaba ver a menudo diferentes planos que se entrecruzan y dan lugar a mundos fantásticos, llenos de matices y bifurcaciones.

 

Con respecto a su propia obra, Carlos Fuentes aseguraba no tener un libro predilecto pues a todos los consideraba como parte de su familia.

 

“Qué puedo decir, mis libros son como mis hijos, los hay altos, tuertos, bajitos, otros son así y asado, no importa, todos son mis hijos”. Observador lúcido y certero de la realidad de las sociedades contemporáneas, Carlos Fuentes afirmó estar convencido de que en América Latina sabemos exactamente quiénes somos.

 

 

Y agregaba: “Debemos dejar de creer a los vendedores de la muerte, a los que pregonan el fin del mundo, también a los que hablan de la eterna alegría irresponsable, pues hay mucho aún por enfrentar y mucho que conocer, comenzando por nuestra propia condición como individuos y como pueblo , hay todo un horizonte que aún aguarda por nuestra mirada”.

 

En su extensa obra se cuentan los libros Los días enmascarados, 1954; La región más transparente, 1958; Las buenas conciencias. 1959; Aura, 1962; La muerte de Artemio Cruz, 1962; Cantar de ciegos, 1964; Zona Sagrada, 1967; Cambio de piel, 1967; Cumpleaños, 1969; La nueva novela hispanoamericana, 1969; El mundo de José Luis Cuevas, 1969; Todos los gatos son pardos, 1970; El tuerto es rey, 1970; Casa con dos puertas, 1970; Tiempo mexicano, 1971; Los reinos originario teatro hispano-mexicano, 1971; Cuerpos y ofrendas,1972 y Terra Nostra, 1975.

 

También Cervantes o la crítica de la lectura, 1976; La cabeza de la hidra, 1978; Una familia lejana, 1980; Agua quemada, 1981; Orquídeas a la luz de la luna, 1982; Gringo Viejo, 1985; Cristóbal Nonato, 1987; Constancia y otras novelas para vírgenes,1990; Valiente mundo nuevo, 1990; La campaña, 1990; Ceremonias del alba, 1990; El espejo enterrado, 1992; El naranjo o los círculos del tiempo, 1993; Diana o la Cazadora Solitaria, 1996, entre otras.  (Con información de Radio Fórmula)