La Sedesol es el escenario natural del pleito de rudos contra técnicos. Su creación fue el primer esfuerzo serio por institucionalizar la política social y el combate a la pobreza. Sin embargo, por su tipo de asistencia, es vulnerable a la manipulación por su inevitable impacto político. Para abonar a su fragilidad, desde sus primeros años de vida se le manchó con tinta electoral. Un programa técnicamente sensato, como el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), acabó desmantelado por su abuso electoral e institucional. El Pronasol redefinió la competencia electoral y afectó a las instituciones locales. Los rudos abusaron y perdieron la batalla.

Hasta 1997, las delegaciones de Sedesol tenían más recursos que las alcaldías. Definían obras y beneficiarios. Las autoridades locales parecían simples observadores.

 

Para contrarrestar la falta de credibilidad, y en respuesta a la crisis institucional, Zedillo descentralizó los recursos y trajo a los técnicos. Eliminó los subsidios generalizados, se focalizaron los apoyos con criterios transparentes para lograr mantener programas de asistencia y minimizar su vulnerabilidad política.

 

El prototipo fue Progresa (después Oportunidades). Era un programa cuyo diseño era técnicamente impecable y operativamente amarrado a un sistema transparente. Se redujo su vulnerabilidad electoral aunque no se eliminó. La administración Fox lo entendió y los cuidó.

 

En Sedesol hubo una secretaria política rodeada de técnicos serios como Miguel Székely y Rodolfo Tuirán. Garantizaron la continuidad del trabajo. Blindaron electoralmente a los programas. Entre 2000 y 2006 la Sedesol avanzó. Se institucionalizó el diseño y la evaluación de los programas. Se sistematizaron, al menos parcialmente, los padrones. Se trabajaba con la FEPADE para informar y atender beneficiarios. Se creó la ley de desarrollo social y el Coneval. Se desarrolló una dependencia más técnica y menos política.

 

A partir de 2006, volvieron los rudos y el rigor técnico se ablandó. La obsesión por las elecciones intermedias de Calderón y las aspiraciones presidenciales de Cordero alteraron la agenda. Para 2009, con el nombramiento de Heriberto Félix, Sedesol perdió el rumbo y el respeto por el combate serio a la pobreza.

 

Félix era compadre del presidente. Era rudo y se deshizo de los pocos técnicos que quedaban. No entendía de diseño, o evaluación de política social. No sabía ni lo que era una línea de pobreza. Sólo entendía la política social acorde con su rendimiento electoral. Es lo que su jefe exigía.

 

Esto explica porque el PAN pone en evidencia los arreglos entre Sedesol y el gobierno de Veracruz. Son los entramados que ellos mismo hacían. Mientras, para el PRD, la afectación es doble. Por un lado, son ajenos al mecanismo. Por otro, conocen la competencia como operadora de su ex presidenta.

 

La amenaza es entonces loable. ¿Cómo confiar en un partido que es históricamente tramposo en las elecciones? ¿Cómo creer en una institución que ya ha sido vulnerada? ¿Cómo confiar en un equipo donde sobran los políticos y faltan los técnicos?

 

Sólo un equipo técnico serio servirá para demostrar el compromiso social de la administración y ahuyentar al fantasma de la manipulación electoral. Necesitan entender que mostrar músculo político acrecienta la desconfianza. El apoyo de Peña a su secretaria será inocuo si no hace cambios de fondo al equipo, porque la pandilla de Sedesol es más pobre que sus beneficiarios y cambiar delegados es sólo un placebo que abona al conflicto.