Un día después de que el presidente Enrique Peña Nieto prometió un “firme compromiso” con las empresas de construcción de viviendas de México, los inversionistas se deshicieron de los bonos de Corporación Geo a medida que la segunda mayor constructora anunciaba que buscaría restructurar su deuda.

 

La deuda de la compañía, con sede en la Ciudad de México, por 400 millones de dólares con vencimiento en 2022 cayó 30 centavos, a un récord de 49.95 centavos por dólar el 12 de abril, luego que anunció la contratación de Fians Capital para que la asesore en la renegociación de sus obligaciones financieras y la restructuración de sus operaciones.

 

Urbi, Desarrollos Urbanos, la tercera constructora más grande del país que cotiza también en Bolsa, reveló la contratación de Rothschild para que la asesore sobre una posible restructuración.

 

Con un rendimiento promedio de 23.86%, los bonos de las tres compañías constructoras de vivienda más grandes de México (Homex, Geo y Urbi) están ofreciendo una ganancia de 17.68 puntos porcentuales superior al rendimiento que ofrecen compañías similares en mercados emergentes.

 

El diferencial es un claro síntoma del fuerte deterioro que ha sufrido la confianza de los inversionistas en esas compañías mexicanas ante sus niveles de endeudamiento y los cambios en las políticas gubernamentales para apoyar el sector, aun y cuando las autoridades anunciaron recientemente medidas para apuntalar la industria.

 

“El gobierno quiere asegurarse de que el sector se mantenga saludable, pero eso no significa que los acreedores de las constructoras de hogares en problemas no tendrán que contraerse”, dijo Shamaila Khan, gerente de cartera de mercados emergentes en AllianceBernstein, que supervisa activos por 443 mil millones de dólares, en una entrevista telefónica desde Nueva York. “A estas empresas se les han acabado sus balances de efectivo y tienen graves problemas de liquidez. Obviamente, hay fallas en sus modelos de negocio, porque no les permiten generar flujo de caja libre”.

 

La caída en los precios de los bonos de las constructoras de México es paradójica en un país cuya deuda local está registrando el mejor desempeño del mundo este año, con un aumento en la cotización de los bonos de 14.1%, y cuya moneda está liderando las ganancias entre las 16 más negociadas con un avance de 7% frente al dólar.

 

Si bien las políticas del gobierno para fomentar la construcción de departamentos para los mexicanos de bajos ingresos han generado una fuga de efectivo de la industria, Peña Nieto continúa prometiendo apoyo para los constructores.

 

El Presidente dijo el 11 de febrero que usará el programa gubernamental de vivienda subsidiada para promover proyectos urbanos de edificios de departamentos, los cuales requieren ciclos de planificación, construcción y venta más largos que la construcción de viviendas unifamiliares, horizontales que hasta ahora las autoridades fomentaron y que provocaron que las constructoras se endeudaran y ahora se queden sin efectivo.

 

Un mes después, la Secretaría de Hacienda dijo que los prestamistas gubernamentales ofrecerán hasta 15 mil millones de pesos (mil 200 millones de dólares) en garantías para los préstamos que requieran las compañías constructoras. El gobierno anunció además que garantizará hasta 30% de las primeras pérdidas en los créditos a las compañías constructoras.

 

Estos anuncios han sido insuficientes hasta ahora para devolver la confianza de los inversionistas en las compañías constructoras.

 

Por si fuera poco, Geo tuvo un flujo de efectivo libre negativo con respecto al capital -la cantidad de dinero que se puede pagar a los propietarios después de todos los gastos, reinversiones y amortizaciones- de mil 750 millones de pesos (145 millones de dólares) el año pasado, el tercer año consecutivo de pérdida de dinero en efectivo, de acuerdo con su informe del cuatro trimestre publicado a finales de febrero.

 

Los ingresos del cuarto trimestre cayeron 31% a cuatro mil 300 millones de pesos porque la empresa vendió 26% menos casas, mientras que la utilidad neta disminuyó 61% a 177.5 millones de pesos.

 

Esto demuestra que los problemas de esta compañía constructora se gestaron incluso antes de la llegada del gobierno de Peña Nieto el 1 de diciembre.