Bajo una ligera lluvia, que por momentos cesaba, y un viento insistente, el Cristo de Iztapalapa pronunció el sermón de la Bienaventuranza en el cerro de La Estrella.

 

Acompañado por sus discípulos, la Virgen María y otros de sus seguidores, Jesús Flores, quien este año interpreta a Jesucristo, llegó al cerro donde dirigió su mensaje.

 

Ante la multitud, el mesías expresó: “bienaventurados los pobres, porque de ellos será el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque hartos sereís. Bienaventurados los que ahora lloraís, porque luego reireís”.

 

Y dijo que quienes todo tienen pasarían a una situación contraria; pidió que se amaran unos a otros y hacer con los demás lo que cada uno quiere para sí mismo.

 

Profetizó que todos los edificios que ostentaban los hombres serían destruidos, desde ahí sanó a un sirviente y llevó a cabo la multiplicación de los panes.

 

Fueron tantos los panes, que alcanzó hasta para los asistentes que se encontraban más próximos a las vallas que rodeaban el cerro.

 

Posteriormente, el Cristo de Iztapalapa se trasladó al templo de El Señor de la Cuevita, ahí resucitó a Lázaro.

 

Durante la escenificación de este pasaje de la Pasión de Cristo, cuya representación en Iztapalapa cumple 170 años, se desmayó la joven que tiene a su cargo el papel de María Salomé, quien apenas tiene 15 años de edad.