El mundo literario británico recuerda hoy con sesiones de poesía el 50 aniversario de la trágica muerte en Londres de la poetisa estadunidense Sylvia Plath (1932-1963).

 

Plath, una de las escritoras más prominentes del siglo pasado, se suicidó en 1963 a los 30 años tras sufrir numerosos episodios de depresión y una turbulenta separación de su esposo, el escritor británico Ted Hughes, con el que tuvo dos hijos.

 

Pese a su traumática separación, fue a Hughes a quien la autora dedicó uno de sus últimos poemas, el titulado “Nick and the Candlestick” (Nick y el Candelabro).

 

Medio siglo después de su desaparición, para recordar a la malograda poetisa, el club de poesía Poetry Library Book Club invita hoy en el Royal Festival Hall, en Londres, a analizar parte del trabajo de Plath, incluyendo los poemas escritos en los últimos meses de su vida y otros menos conocidos, compuestos a comienzos de su carrera.

 

Los amantes de la obra de la que ha sido considerada una de las poetas más influyentes del siglo XX podrán acudir a finales de este mes a un acto que se celebrará en la Universidad del Ulster, en Belfast, para rendir tributo a “la increíble contribución de Plath a la literatura moderna”.

 

Bajo el nombre “Sylvia Plath: 50 años de retrospectiva”, se han organizado debates académicos sobre el legado de la poetisa y en él se exhibirá material de archivo sobre la norteamericana, como fotografías raras, notas de amor que le envió Hughes y algunos extractos de sus diarios personales.

 

Junto con Anne Sexton, Plath es reconocida como uno de los principales cultivadoras de la poesía confesional y a su muerte fue su viudo quien se encargó de la edición de su obra completa, como su colección póstuma de poemas “Arieal”, publicados en 1965.

 

Plath, la primera poetisa en ganar un premio Pulitzer póstumo, en 1982 por “Poemas completos” (The Collected Poems), conoció al poeta inglés en Cambridge, donde estudiaba tras obtener una beca Fulbright.

 

Hughes se convirtió en el editor del legado personal y literario de Plath al supervisar y editar la publicación de sus manuscritos y también destruyó el último volumen del diario de Plath, que trataba del tiempo que pasaron juntos.