En el año 2011 el Gobierno de la Ciudad de México, presidido por Marcelo Ebrard, firmó un Acuerdo con Azerbaiyán mediante el cual este país centroasiático apoyaría a las autoridades capitalinas en los trabajos de remozamiento del Parque de la Amistad México-Azerbaiyán, en Chapultepec. Esta acción, que a primera instancia podría parecer un amigable y transparente ejercicio solidario de cooperación internacional entre dos gobiernos (uno nacional y otro local), ha detonado una creciente polémica y conflicto a raíz de los efectos generados tras las acciones e inacciones realizadas al amparo de este instrumento jurídico.

 

¿La razón?

 

Las autoridades de Azerbaiyán, a cambio del dinero otorgado al Gobierno del Distrito Federal para el remozamiento del parque (que al parecer llegó a los 65 millones de pesos), solicitaron que en ese lugar se erigiera una estatua del ex presidente de dicho país,  Heidar Aliyev, personaje recordado por su triste récord en materia democrática y de irrespeto a los derechos humanos.

 

Sin embargo, existe consenso internacional en cuanto a rechazar que un gobierno donante le exija al receptor realizar determinadas acciones que por sí mismo el segundo no haría (debido a que puede lastimar los intereses y soberanía del país apoyado). No obstante, el gobierno de Marcelo Ebrard aceptó dócilmente atender las “letras pequeñas” del acuerdo citado (colocar la efigie para su veneración).

 

Dispuesto ello, el contenido del Acuerdo fue puesto en marcha y Azerbaiyán cumplió con su parte: apoyar financieramente la obra y colocar la efigie (la cual fue traída desde ese país) en el lugar convenido.

 

Hasta ahí la situación parecía llevarse a cabo sin problema alguno, hasta que un creciente grupo de activistas, al percatarse de la situación, lanzaron la voz en contra de la representación metálica de Heidar Aliyev, argumentando acertadamente que no es adecuado ni ético que a cambio de recursos proveídos por un gobierno extranjero, se destine un espacio a favor de la visibilidad honrosa de un personaje caracterizado por desatender los referidos valores universales.

 

¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades mexicanas?

 

En síntesis, de sorpresa, desconcierto, descoordinación y lenta reacción. El tema le ha caído como papa caliente al nuevo gobierno de Miguel Mancera, el cual conformó a un grupo de notables a efecto de conciliar una solución al asunto.

 

La propuesta emitida por la denominada Comisión de Análisis Plaza Tlaxcoaque, consiste en retirar la estatua (sin señalar a dónde la trasladaría), dado que no es conveniente que ésta conviva con otras efigies de mayor prestigio ubicadas en Paseo de la Reforma, de la talla de Mahatma Ghandi o  Winston Churchill.

 

El Gobierno del DF ha aceptado esta propuesta, comunicando lo propio a la Embajada de Azerbaiyán en México, la cual como es obvio no le ha parecido esta determinación unilateral.

 

Y es que desde el punto de vista jurídico, de hacer ello, el Gobierno del DF estaría faltando a uno de los más sagrados principios del Derecho Internacional: pacta sunt servanda (cumplir con lo pactado en los Tratados); debido a que como se señaló, las autoridades capitalinas mediante el acuerdo señalado avalaron la aceptación de la colocación de la estatua a cambio de aquellos millones de pesos destinados a la adecuación del Parque.

 

¿Por qué el Gobierno del DF no recurrió a la Secretaría de Relaciones Exteriores en el marco de las negociaciones de este Acuerdo con Azerbaiyán, y sobre todo tras su firma, conforme lo dicta la Ley sobre Celebración de Tratados? En ese caso, la SRE hubiese detectado la cláusula del Acuerdo en donde se condicionaban los apoyos a cambio del establecimiento de la estatua, lo cual previsiblemente hubiese sido rechazado, ofreciendo asesoría diplomática al Gobierno del DF para negociar un Acuerdo a favor de ambas partes, sin condicionamientos degradantes que afectasen los intereses de la Ciudad, de sus habitantes y de México en lo general.

 

De ahí que en este importante tema, el Gobierno del DF y la SRE, juntos, deben urgentemente establecer una postura definida y consensuada, a  efecto de negociarla ante Azerbaiyán.

 

Esta lamentable circunstancia corresponde a un efecto no deseadoinherente al creciente fenómeno de descentralización de las Relaciones Internacionales del país, realizado por conducto de gobiernos estatales y en ocasiones locales, quienes no siempre atienden a los procesos conducentes en sus legítimos esfuerzos de impulsar colaboración con actores internacionales. De ahí que estos ejercicios de cooperación internacional descentralizada, respetando la soberanía de los estados,  deben ser apoyados -y en casos sensibles como este- ser guiados por la SRE; la instancia que cuenta con la capacidad necesaria para impulsar la cooperación internacional promovida por las entidades nacionales interesadas en incursionar en esta sensible área de las relaciones internacionales de México, velando por el interés nacional del país.

 

Para atender a tal objetivo, el Gobierno de México cuenta con los instrumentos jurídicos adecuados (Ley de Celebración de Tratados) e instituciones dedicadas a tal tarea (las áreas políticas y jurídicas de la Cancillería, junto con la recién creada Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo), los cuales en su conjunto deben ser percibidos por los gobiernos locales como aliados en pro de la correcta conducción de ejercicios de colaboración con entidades externas.

 

En el concierto internacional existen diversos países que, como Azerbaiyán, ofrecen generosas dadivas a cambio de condicionantes políticos que no siempre coinciden con valores socialmente apoyados por países como el nuestro  (como la democracia y los derechos humanos). Esto puede generar, en lugar de acercamiento entre pueblos y gobiernos, alejamiento y discordia, así como una imagen de México en el exterior de país incapaz de realizar cooperación en términos equitativos con terceros Estados.

 

Ahí tenemos en caso de China, el cual, a cambio de preferencias comerciales y silencios en foros multilaterales por parte de sus aliados ante el deficitario estado de sus condiciones democráticas y de derechos humanos internas, construye (mediante un ejército de obreros y toneladas de cemento chinos) enormes estadios de futbol en países “amigos” receptores (el más reciente fue construido en Costa Rica).

 

En definitiva, el caso de la estatua de Heidar Aliyev debe ser utilizado como una llamada de atención a los gobiernos estatales y a la Cancillería mexicana como un reto de particular relevancia de las relaciones internacionales de México. Para ello, es fundamental que tales entidades públicas establezcan mayores espacios de vinculación a efecto de, juntos, impulsar acciones concertadas que favorezcan de forma conciliatoria los intereses estatales y nacionales, pasando por la adecuada visibilidad externa del país en el entorno internacional.

 

En caso de que ello no se haga, comprometemos al país a que, en lugar de ejercicios de colaboración internacional que beneficien a las partes involucradas, se detonen conflictos con terceros Estados que distraigan las capacidades diplomáticas del país dedicadas a impulsar una política exterior activa y cooperativa.

 

* Internacionalista, especialista en cooperación internacional. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. www.cooperacioninternacional.mx