En cada inicio de año uno los propósitos que comúnmente se plantean los mexicanos es leer más, pero pocos lo consiguen. Según la Encuesta Nacional de Lectura (ENL) 2012, el porcentaje de lectores en el país se redujo de 56% a 46% en los últimos seis años, y el promedio de libros que cada mexicano lee en un año se mantiene en 2.94, prácticamente sin cambios.

 

No obstante la tendencia que muestra el estudio realizado por la Fundación Mexicana para el Fomento a la Lectura (Funlectura), el año pasado se comercializaron 142.3 millones de libros en el país, lo que significó un incremento de 2.7% respecto a 2010.

 

En cuanto a la facturación ésta fue de más de 10 mil millones de pesos en los últimos 12 meses, lo que significó un aumento de 13.2%, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Editorial (Caniem).

 

Resulta paradójico que mientras la venta de libros a nivel nacional va en crecimiento, el número de personas que lee disminuya, sobe todo luego de un sexenio en el que se buscaba hacer de México “un país de lectores”.

 

“Una explicación posible a dicha incongruencia es que un menor número de lectores compre más libros, es decir, que en el campo de la lectura se esté dando una mayor concentración de la riqueza en ciertos sectores, a pesar de los esfuerzos por extender la población lectora, como sucede en otros campos”, explicó Daniel Goldin, editor del sello Océano.

 

En su opinión, la administración pasada fue nefasta para la lectura, a pesar del ruido mediático que provocó, y parece que el nuevo gobierno no ha mostrado un gran interés por cambiar la situación.

 

“Este sexenio comenzó con el anuncio de la eliminación del presupuesto para el PNL y el incremento del asignado a la compra de computadoras, como si el fracaso de Enciclomedia no hubiera sido suficiente. Lo curioso es que la noticia se acompañó de un discurso sobre la importancia de mejorar los resultados en la comprensión lectora de los jóvenes”, señaló.

 

Para el experto, en el país hace falta diseñar e instrumentar políticas de largo plazo que establezcan de manera sistémica la formación de un mercado lector, esto es, que se integren políticas educativas, culturales y de apoyo a la producción y el comercio del libro.

 

Y es que de continuar por el mismo camino, aseguró, es probable que el tiempo dedicado a los libros sea cada vez menor, incluso entre quienes hoy en día presumen de ser lectores.

 

“Desde la creación de la SEP (Secretaría de Educación Pública), con José Vasconcelos al frente, hasta estas fechas, lo que hemos visto son acciones sueltas cuya consecuencia es un dinero tirado a la basura. Si no se cambia la perspectiva veremos más de lo mismo: grandes anuncios con pobres resultados”, concluyó Goldin.

 

Mantienen programa a pesar de pobres resultados

 

El Programa Nacional de Lectura (PNL) recibirá 28 millones de pesos para continuar capacitando docentes y bibliotecarios que fomenten este hábito entre los niños y jóvenes del país, aunque en un primer momento no se consideró dentro del Presupuesto Federal de Egresos 2013.

 

No obstante, este programa -implementado oficialmente en 2002 y que tuvo antecesores similares desde 1994-, no ha tenido los mejores resultados. De acuerdo con una medición sobre hábitos de lectura en el mundo, realizada en conjunto por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el lugar 107 de 108 países considerados.

 

Así mismo, la prueba Enlace reveló que sólo 40% de los estudiantes de primaria tiene una calificación suficiente o excelente en comprensión lectora; cuando llegan a secundaria el porcentaje disminuye a 20% y en el bachillerato aumenta a 40% nuevamente.

 

El Centro Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) encontró deficiencias serias en uno de los principales programa de las administraciones panistas.

 

En la evaluación del programa de 2011 reportó que el PNL no es capaz de medir por sí mismo el impacto y los resultados entre los alumnos y el personal capacitado. Desde 2008 redujo la cobertura a poco más de la mitad del personal objetivo del programa, e incluso en 2011 llegó sólo a 70% de los profesionales que debió atender.

 

Aun con esos resultados, el nuevo gobierno decidió mantenerlo y otorgarle tres millones de pesos adicionales a los 25 millones de pesos que ejerció el año anterior. GABRIELA RIVERA