Todo parece indicar que la ley de Transparencia retrata de cuerpo entero a los Gobiernos; quienes no la ofrecen a su respectiva sociedad, la sospecha brinca de inmediato. El gobierno de Cristina Kirchner no la ha adoptado; no sorprende si se toma en cuenta que la manipulación del tipo de cambio frente al dólar es una decisión algo más que oscura. Pero no todo el país se comporta así. El gobierno de Buenos Aires, a cargo de Mauricio Macri, ha dado un paso más allá en la adopción de la ley de Transparencia. Ahora su gobierno observa los primeros resultados de lo que se puede considerar una de las políticas de información toral en el siglo XXI, el Gobierno Abierto. 24 Horas platicó con Rudi Werner, director general de información y gobierno abierto del Ministerio de Modernización en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Rudi Werner menciona que, anteriormente, las viejas estructuras de los gobiernos concentraban una masa de información sin la posibilidad de que la sociedad le agregara valor como sucede hoy. Pone como ejemplo una máquina que despacha chocolates, papas y refrescos. Los compradores no tienen opción más allá de lo que les ofrece la máquina. Hoy, los ciudadanos no sólo quedan satisfechos por la información que les otorga sus gobernantes, ahora ellos pueden “amasar” la información para correlacionar variables, por ejemplo, sobre el diputado X; cuántos viajes hace al año con presupuesto gubernamental a ciudades con playa; con quiénes se reúnen; cuánto gastan en comidas, y un largo etcétera.

 

Es decir, los gobiernos anteriormente simplemente archivaban un conjunto de datos sumamente valiosos. Hoy, la sociedad coparticipa con los gobiernos.

 

Rudi Werner menciona el caso del río Rachuelo en Buenos Aires. Gracias a la participación de la los ciudadanos, al aportan datos sobre los sucede en la calle donde viven, el gobierno ha logrado mapear las características de la zona urbana que rodea al río permitiendo identificar las zonas y razones que lo contaminan.

 

¿Gracias a Ronald Reagan? En efecto, muchos recuerdan al entonces presidente de Estados Unidos por su proclividad a reducir el tamaño del Gobierno y por la Guerra Fría pero pocos recuerdan una de las decisiones que gracias a ella disfrutamos hoy. Werner recuerda lo que se podría considerar en una de las primeras decisiones que transparentaron información “confidencial”. En 1983 dos aviones chocaron en el aire, uno era coreano y el otro ruso. Una falla en el radar en uno de ellos detonó el accidente. Ronald Reagan tomó la decisión de liberar los GPS. Hoy, el uso de ellos se ha democratizado, pero hace 30 años el uso era exclusivamente militar.

 

En Inglaterra el equipo de futbol Manchester United hace no mucho tiempo puso a disposición de sus seguidores toda la información referente, por ejemplo a la productividad de cada uno de sus jugadores; kilómetros recorridos por partido, asistencias, pases correctos y un largo etcétera. Esa información la pueden “amasar” los fans del equipo para agregarle valor. Por ejemplo, comparar el rendimiento del Chicharito en las Chivas, y ahora en el Manchester.

 

El gobierno de Buenos Aires premia a los hackers que desarrollan las mejores aplicaciones que ayudan a resolver problemas en la ciudad. Rudi Werner describe dos de ellas. La que ayuda a los usuarios de bicicletas públicas a identificar las estaciones en las que se encuentran disponibles para ahorrar tiempo en la búsqueda (un programa similar al que existe en la ciudad de México, Ecobici) y la aplicación que le informa a los lectores que buscan un título específico, a identificar la librería que lo tiene en existencia.

 

Lo interesante de las reuniones de hackers, continúa Werner, es el intercambio de experiencias.