El líder de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, garantizó que su partido respaldará la reforma laboral, aunque dirigentes sindicales que militan en su partido se han pronunciado contra esa iniciativa.

 

“A México le llegó la hora de las reformas, las que necesita el país para salir de estos resultados mediocres que hemos tenido en los últimos años en materia de crecimiento económico, empleo y seguridad pública. Sin reformas no avanzaremos”, dijo.

 

Si bien Beltrones consideró urgente adecuar nuestra legislación laboral para que la economía mexicana sea más competitiva, es importante no descuidar dos aspectos: “El primero, que sirva para crear más empleos y ganar competitividad; y dos, que esta reforma cuide mucho la constitucionalidad y la legalidad de los derechos de los trabajadores. En ello seremos intransigentes”.

 

Los cambios en las leyes deben dar certidumbre jurídica a trabajadores pero también a los empresarios, agregó.

 

En otro foro, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, coincidió en que la clave para aumentar la competitividad de la economía mexicana radica en la flexibilización de las leyes laborales.

 

Carstens participó en la sexta conferencia anual de Competitividad y regulación y ahí expuso que entre los países donde las leyes laborales son más rígidas, México ocupa el noveno lugar. Por el contrario, al contar a los países en los que es más sencillo despedir a los trabajadores, nuestro país ocupa uno de los últimos lugares mientras en los primeros están Hong Kong, Singapur, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.

 

Para el gobernador del banco central las prácticas de contratación y despido en México son menos hábiles y flexibles.

 

Aunque el concepto de competitividad es difícil de definir, agregó, es un tema dinámico y relativo que está relacionado con la productividad, por lo que entre los retos del país se encuentra fomentar la inclusión financiera, e implementar menores tasas de interés.

 

También dijo que el país requiere elevar su capital humano y junto con un sistema educativo de calidad, así como políticas de salud adecuadas, elevarían la competitividad de las empresas mexicanas y permitirían producir bienes con mayor valor agregado.