A pesar de las presiones sociales y políticas en las que se vieron envueltos tanto Andrew Lloyd Webber como Tim Rice por crear, en 1978 Evita, Londres subió el telón y fueron Julie Covington y Colm Wilkinson los primeros en interpretar tanto a Eva Perón, como al narrador Che.

 

Eva, retratada como una mujer sin escrúpulos, moral, ni clase, asciende por medio de la manipulación y selección de sus amantes, tanto en la esfera social como política, hasta conquistar al futuro presidente de Argentina, Juan Perón. A muchos que amaban la imagen de Eva Perón, les pareció grotesco el dibujo de esa mujer, sin embargo, a otros tantos que les tocó la transformación e incluso históricos, les pareció cercano a lo que fue.

 

En Broadway, el éxito no se hizo esperar con la magnífica interpretación de Patti LuPone y Mandy Patinkin, que en 1980 ganaron por su interpretación los premios Tony.

 

En 2006, Evita regresó a Nueva York con la interpretación de Elena Roger y Ricky Martin.

 

Elena, cantante y actriz argentina, logró sobresalir en teatro por su interpretación de Edith Piaf en el musical “Piaf” en Buenos Aires, sin embargo, no corrió con la misma suerte en Madrid, pues en la corta temporada sólo recibió de la prensa europea una dura crítica.

 

En Broadway no es diferente. Si bien los medios latinos han publicado lo sobresaliente de la interpretación, la crítica de los expertos en Broadway y los asistentes al teatro, no opinan lo mismo.

 

Aparece en escena una Eva Perón extremadamente delgada, sin personalidad ni buen actuar. Lo agudo de su voz brinca en todo momento con el resto del elenco, queda corta y en ocasiones pareciera canta con la nariz.

 

No tiene gracia y baila torpemente, con la misma expresión pasa del cinismo a la conquista y el discurso político, no matiza. Simplemente no logra llenar el tamaño de lo que Eva Perón representa, es una lástima.

 

Ricky Martin en cambio, recibe a un público exigente que con reserva revisa su interpretación, pues muchos lo etiquetan sin razón y con prejuicio, como un artista famoso y frívolo, a pesar de haber interpretado a Marius en Los Miserables.

 

Pero al verlo, una grata sorpresa logra quitar el velo y seducir para llevar al público a la zona que él quiere, es un Che distinto y superior con toques de cinismo y burla excepcional. Cuestiona a Eva, no sólo en la interpretación musical, sino también en los gestos, el aplomo, la actuación, esa que pensamos no existiría.

 

El Che es un papel muy pesado pues, como narrador, debe estar en casi todo momento participando en el escenario. Ricky Martin sorprende. No baja la tesitura, baila y actúa.

 

El aplauso y los comentarios de la gente son claros, El Che consigue colocar a Evita en un segundo plano, algo que en la historia es inconcebible, y resalta que Ricky Martin es mucho más que Living la vida loca.