La comunidad latina en Estados Unidos se ha visto particularmente afectada por la epidemia del VIH/SIDA por factores que incluyen ignorancia sobre la enfermedad, falta de información, pobreza, desempleo, limitación del idioma y barreras culturales.

 

En el marco de la Conferencia Mundial del SIDA en Washington, trabajadores locales de la salud reconocen que la comunidad hispana ha avanzado en su actitud frente a la enfermedad pero queda mucho por hacer.

 

La comunidad latina en Estados Unidos se ha visto particularmente afectada por la epidemia del VIH/SIDA por factores que incluyen ignorancia sobre la enfermedad, falta de información, pobreza, desempleo, limitación del idioma y barreras culturales.

 

En Washington, la capital estadunidense, funciona desde 1983, en un vecindario latino de la ciudad, la Clínica del Pueblo. Alicia Wilson, directora ejecutiva del centro reconoce que se ha podido reducir un poco la homofobia entre la comunidad latina y que hay más aceptación de grupos de comportamiento sexual alternativo que están en mayor riesgo de contraer la enfermedad.

 

La clínica creó un exitoso proyecto de orientación llamado “El Navegador” para ayudar a los que han sido diagnosticados con VIH sobre cómo acceder a médicos, fármacos y otros programas de asistencia.

 

Donde hay mucho por hacer es en el tema de superar las barreras estructurales propias de la comunidad hispana, lo que los expertos llaman “determinantes sociales de la salud”. En este aspecto factores como la economía, desempleo, falta de educación, dificultades con el idioma y estatus migratorio tienen un efecto significativo en cómo una persona cuida de su bienestar.

 

De estos, el aspecto económico es tal vez el desafío más profundo, indicó Wilson, particularmente entre inmigrantes centroamericanos cuyos ingresos son limitados; pero también hay aspectos culturales difíciles de vencer. Aunque hay más jóvenes dispuestos a “salir del clóset” con su sexualidad y hablar en voz alta sobre quienes son, el estigma que rodea la enfermedad es todavía muy alto en la comunidad latina y eso genera la situación conocida como “retraso de prueba”, en la que el individuo espera demasiado tiempo antes de someterse al examen de VIH.

 

Una persona puede ser portadora del virus por hasta una década sin mostrar síntomas y eso afecta la tasa en la que es diagnosticada con Sida el mismo año en que se le determina que es VIH positiva. Para los latinos es de 42%, la más alta.

 

“Eso quiere decir que la persona puede llevar hasta 10 años sin saber su estatus, infectando a más gente y empeorando su salud hasta que le queda más difícil sobrevivir a pesar de los medicamentos”, afirmó Alice Wilson.

 

Las estadísticas también indican que, en términos de nuevas infecciones, el grupo más afectado es el de los hombres latinos entre 18 y 28 años que tienen sexo con otros hombres.

 

Por eso es que el énfasis de la Clínica del Pueblo y otras organizaciones que trabajan con comunidades hispanas de alto riesgo está en la exhortación a la prueba de VIH y a los métodos de prevención.