Un refrigerador o un televisor hecho en China, comercializándose legalmente en México, es el último eslabón de la sofisticada cadena de lavado de dinero que los cárteles de la droga en México han logrado establecer, la cual tiene como su principal ecosistema a la economía estadunidense y como puntos de destino las Islas Caimán o Asia.

 

La operación Dark Angel, implementada a finales de mayo por autoridades de la Agencia Antidrogas en Estados Unidos (DEA) en cinco estados  de ese país y que concluyó en la detención de más de 20 personas vinculadas con una red de tráfico de metanfetaminas, permitió a los analistas de inteligencia corroborar las formas en que el lavado de dinero ha permeado el sistema económico trasnacional.

 

Y es que además del tradicional sistema de corrupción de banqueros e introducción del dinero en grandes negocios como los casinos, los expertos ahora identifican mecanismos menos complejos pero igual de efectivos, que permiten mover el dinero desde Estados Unidos hacia países como China y regresarlo legalmente.

 

“Aunque la violencia del narcotráfico en México todavía no ha logrado cruzar la frontera con Estados Unidos, su estructura delictiva financiera, que es la que le da sustento, ya lo ha hecho”, es la conclusión a la que llegó el análisis de la firma de inteligencia Stratfor sobre la situación del lavado de dinero a partir de la operación Dark Angel.

 

Ruta de drogas y dinero

 

Fue el 30 de mayo cuando los efectivos de la DEA detuvieron a 20 personas que conformaban el grupo de traficantes de metanfetaminas liderado por  Armando Mendoza-Haro, sujeto vinculado con varios cárteles de la droga en nuestro país.

 

Las investigaciones mostraron que el grupo se abastecía de drogas sintéticas fabricadas en laboratorios clandestinos en México y eran traficadas a través de la frontera. Luego, mediante los vehículos de carga de la compañía Playboyz Trucking LLC, distribuían los estupefacientes al menos en cinco estados.

 

Lo destacado del caso y que llamó la atención de los analistas, es la forma en que tratándose de una célula de mediana dimensión, conseguían presumiblemente operar los recursos de procedencia ilícita, beneficiándose ellos y regresando parte de las ganancias a México.

 

La clave se encuentra en uno de los detenidos, identificado como Carlos Marín Segura Chang, quien figura como único dueño de la empresa Shang Import/Export Service, una compañía fundada en el 2008, y cuyos permiso de importaciones y exportaciones abarca exclusivamente a China.

 

Al momento de la captura, se lograron decomisar recursos por más de 700 mil dólares, procedentes de un solo cargamento de drogas, por lo que se estiman en millones los dólares blanqueados a través del sistema bancario estadounidense.

 

Stratfor, apoyándose a su vez en las indagatorias de las autoridades encargadas del caso, presume que dicha compañía se empleaba  como una fachada para llevar a cabo transacciones bancarias desde Estados Unidos a China, y triangulando las ganancias en especie directamente a contactos en  México.

 

“Este es un ejemplo de varios caso en los que los lavadores de dinero asentados en los Estados Unidos transfieren fondos ilícitos a China, con los cuales se compran bienes como televisores o refrigeradores, que luego son embarcados y desplazados a México donde se venden de forma legítima, y se logra recuperar así la ganancia de la venta de drogas”, indica el análisis.

 

Otra utilización que se le dan a los recursos ilícitos enviados al gigante asiático, es su reinversión en la compra de los precursores químicos que son exportados a México para la elaboración de las metanfetaminas.

 

“También es factible que los recursos sean dirigidos hacia el sistema bancario en las Islas Caimán, conocido por la opacidad con la que opera, y desde el que se pueden transferir a las cuentas de cualquier capo del narcotráfico en el mundo”, advierte el reporte de inteligencia.

 

Lavandería de dos vías

 

La corrupción de funcionarios bancarios y la construcción de redes trasnacionales, así como el trasiego hormiga, son los métodos que las organizaciones criminales utilizan para el lavado de dinero en el sistema estadounidense.

 

Los analistas de inteligencia señalan que el método que utilizan estos grupos dependen de su tamaño y capacidad de operación.

 

En el caso de las organizaciones a gran escala prefieren corromper a funcionarios de grandes bancos, crean una extensa red de vínculos que les permiten mezclar sus ganancias ilícitas con negocios lícitos como casinos o cadenas de restaurantes, previa alteración de los libros de contabilidad.

 

Las células de mediana dimensión ligadas al narcotráfico utilizan el método smurfing o transferencias “hormiga”, que consiste en separar en varias fracciones un monto importante de dinero e introducirlas mediante pequeños depósitos inferiores a los diez mil dólares a  las cuentas de sus empresas fachada o fantasma.

 

Eso explica que estas compañías tengan una semana de intensa actividad financiera, y la que le sigue sin ningún movimiento, a la espera de las ganancias de un nuevo cargamento de drogas.

 

Con  la táctica smurfing, subraya Stratfor, los grupos que no tienen tantos contactos logran mover importantes cantidades de dinero en pequeños depósitos, evitando sospechas inmediatas de los bancos.

 

El lavado de dinero es un delito que utilizan, además del narcotráfico o el terrorismo, otros delincuentes tales como:

 

Funcionarios corruptos

 

Traficantes de menores, armas, personas y órganos

 

Secuestradores

 

Tratantes de personas

 

Ladrones de hidrocarburos

 

Vendedores de pornografía

 

Falsificadores de moneda

 

Defraudadores