A propósito del problema de distinguir entre lo real y lo digital, porque forman parte ya de una misma naturaleza, VERB se preguntaba en su número Natures si pronto “¿seremos capaces de programar nuestro entorno?, ¿de qué manera la unión entre la materia natural y artificial produce nuevos ambientes, nuevos organismos arquitectónicos, nuevas naturalezas?”, lo que lleva a interrogarnos si la tecnología activa los espacios o son los usuarios los que animan la materia.

 

Para activar la conexión entre espacios físicos y digitales resulta muy útil el uso de las brújulas y aplicaciones de mapas de los teléfonos celulares. Si partimos de que ahora la realidad es (como define Manuel Gausa) naturartificial, realvirtual, materialinmaterial y sinteticorgánica sólo los ciudadanos analógicos podrían aún practicar el método sugerido por Walter Benjamin hace casi un siglo de que no encontrar el camino no significa gran cosa, pero perderse en una ciudad como uno de pierde en un bosque requiere de toda una educación.

 

La realidad ha aumentado con aplicaciones como GPSed, Google Maps, Foursquare, Códigos QR, la brújula del iPhone, WeMap, LocalMind, MyPlaces, Friendjectory que nos permiten conocer San Ángel con una vista aérea o cada uno de los comercios, lugares históricos, colegios, museos, cafés o a los seguidores de tu red social que se encuentren próximos.

 

San Ángel (imagen) es una de las zonas importantes de la ciudad. En la Plaza San Jacinto se construyó la primera estación del tranvía de la ciudad a finales del Porfirimos y comienzos del siglo XX; los prehispánicos la conocían como Tenanitla, formaba parte del señorío Coyohuacan y era atravesado por el río Atlitic o de la Magdalena. A mediados del siglo XVI los dominicos edificaron una pequeña capilla en Tenanitla, que en 1596 se convirtió en una iglesia dedicada a San Jacinto, santo polaco recién canonizado, y es así que al barrio se le denominó San Jacinto Tenanitla. En 1615, con la construcción del Colegio de San Ángelo Mártir, por la orden de los carmelitas descalzos, llegó el crecimiento económico, político y social al pueblo llamado desde entonces como San Ángel.

 

La ciudad se integra de un grupo de microambientes conectados por calles y avenidas. No resulta complicado ver que las colonias Agrícola Oriental, la Pensil, la Romita o Santa Fe son nanociudades con narrativas geopolíticas, geoeconómicas y arquitectónicas con influencia, o no, sobre el resto de la confederación. San Ángel, considerado como uno de los 21 barrios mágicos de la capital, conserva con sus calles empedradas, viejas casonas, templos novohispanos, huellas del primer tranvía, ex conventos, Chimalistac, la Casa del Acueducto, el Bazar de las Pinturas y las momias del museo renuevan su importancia e interés si se les recorre con un GPS. El mensaje del cuento borgiano La biblioteca de Babel es que el mundo comienza desde el lugar en el que me encuentro. Inténtenlo.

 

@urbanitas