A partir de 1983 se verificaron los primeros casos de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) en México. Para ese año, ya se sabía que el agente que lo causa es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). De hecho se trata de un retrovirus; es decir, un virus capaz de realizar la operación inversa para insertar su código genético en las células que infecta, o sea los llamados linfocitos CD4, encargados del sistema inmunológico.

 

El trayecto no ha estado exento de una serie de ensayos y errores que en más de una ocasión han dado vanas esperanzas en la lucha contra esta epidemia. Cada año se registran nuevos casos, especialmente entre jóvenes que se inician en su sexualidad. En México, como en el resto del Occidente, el sector más importante sigue siendo el de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), pero hay ya una clara manifestación de incidencia en madres solteras y los rangos de edad abarcan ya a personas entre la quinta y la sexta décadas de vida.

 

Desde 1986 se estableció un programa nacional de prevención y control del VIH-Sida, que implicó atender las tres vías de infección: la sanguínea, por transfusión o por compartir jeringas en el consumo de drogas por vía intravenosa o UDI; la sexual o ITS y la perinatal o vertical, o sea de la madre al producto en embarazo, parto o lactancia.

 

En el Capítulo 4 del documento 25 años de SIDA en México; logros, desaciertos y retos, disponible en el portal del Censida, los epidemiólogos Patricia Uribe, Griselda Hernández y Federico Ortiz destacan que un programa integral de combate a la transmisión perinatal de VIH-Sida debe incluir la prevención de infección de VIH en mujeres, tanto por vía sexual como por el uso de jeringas para drogas parenterales o UDI; de embarazos no planeados en mujeres con sida o VIH+, así como de transmisión del virus por vía vertical.

 

Respecto cómo se ha comportado la transmisión de VIH-Sida perinatal, los especialistas señalan que en 1986: “la proporción hombre/mujer era de 30:1 y, debido a la mayor vulnerabilidad de las mujeres, ésta ha ido cambiando y en la actualidad es de 4:1, siendo, desde hace varios años, la vía sexual la principal vía de transmisión, que participa hasta en un 92.9%; se ha observado además que los casos de transmisión heterosexual han ido en aumento, alcanzando cifras del 57.9% del total de casos diagnosticados en 2006”. En el año 2000, según este documento, “la prevalencia registrada de VIH en mujeres embarazadas ha pasado de 0.1% en 1996 a 0.2%”.

 

Por otro lado, en 1990, en el Instituto Nacional de Perinatología (INPer) de la Ciudad de México, se puso en marcha un programa para prevenir la transmisión del VIH-Sida por la vía perinatal, basado en atención integral y protocolizado de mujeres seropositivas y embarazadas, el cual fue mejorando en sintonía con hallazgos científicos provenientes del resto de la comunidad internacional.

 

Este programa ha demostrado que se puede disminuir hasta en 98%, mediante tratamientos efectivos, el riesgo de transmisión del retrovirus que provoca el sida de una madre a su bebé, por la vía vertical o perinatal, ya sea durante el embarazo, el parto o la lactancia.

 

Adicionalmente, a partir de 1997, y como respuesta a los resultados del estudio ACTG076 en 1994 -que documentó la posibilidad de disminuir la infección perinatal del VIH-Sida- se establecieron metas para la prevención de este tipo de transmisión, entre 1997 y 2000 y, posteriormente en el lapso 2000-2006.

 

La prevención sigue siendo el mejor método para combatir esta enfermedad que, aunque es controlable si se administra a tiempo alguno de los tratamiento con antirretrovirales, todavía es mortal e incurable.

 

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