Puebla. La conservación y rescate de los nueve elefantes en Namibia, África, dejó la semilla sembrada del amor y respeto a la vida en los niños de esa nación, consideró Carmen Linares Arias, gerente de Educación para la Conservación de Africam Safari.

 

El diálogo se desarrolló mientras se observaba como los elefantes se adaptan a su nuevo hábitat, a la alimentación y gozan también de los mantos de agua en los que se sumergían, comían y dejaban ver.

 

Los paquidermos, considerados por los especialistas de Africam Safari como bebés, tienen de tres a nueve años y pesan entre 900 y mil 500 kilogramos cada uno; era un grupo de huérfanos y estaba destinado al sacrificio, pero hoy juegan, comen y disfrutan de un día soleado en Puebla.

 

En entrevista, Linares Arias dijo que los menores en esa nación, con quienes convivió para explicar sobre la vida de los elefantes y lo que se iba hacer para poder evitar su sacrificio, ocasionó un asombro, así como una identificación con dichos animales.

 

“Ver esas sonrisas blancas y tez oscura, fue realmente maravilloso y muy emocionante a nivel personal. Entre los elefantes y los humanos hay muchas similitudes. Uno cuenta la historia de los elefantes a niños y estos se identifican con ellos”, expuso.

 

Dijo que esto les hizo dar cuenta de la importancia que tienen los padres, ya que a pesar que los elefantes ya no tenían mamá y que había que buscar a alguien que se hiciera cargo, los hizo ver de manera distinta.

 

Refirió que son animales comunes para ellos, como también lo son las jirafas y antílopes, entre otros, son lo cotidiano, pero se tuvo la oportunidad de ubicarlos en esa realidad que tenían las crías, además de que causó asombro que desde el otro lado del mundo surgieran padres adoptivos, lo cual los llenaba de emoción.

 

“Eso hace -dijo- que los chicos vean el amor y respeto por la vida, para ellos es cercano ver un animal que fue sacrificado o cazado de forma ilegal, pero observar a unas personas que no los conocían y que no están en ese país, sino del otro lado del mundo y luchar por rescatarlo les aproximó a ver la realidad de una forma distinta”.

 

Linares Arias enfatizó que ahora los niños y niñas de esa parte de África vieron que lo cotidiano tal vez no es lo mejor, y lo importante es que se dejó esa semilla y que en ello siga trabajando su mente, para que al crecer y tener la oportunidad de ocupar un puesto o tomar decisiones recuerden esta experiencia.