PARÍS. El candidato socialista François Hollande se impuso en la primera vuelta de las elecciones francesas al actual presidente, el conservador Nicolas Sarkozy, que se enfrenta ahora a la ardua tarea de remontar en la ronda definitiva del 6 de mayo, según apuntan todos los sondeos.

 

Las encuestas con estimaciones de los votos emitidos sitúan a Hollande con entre el 28.4% y el 29.3%, seguido de Sarkozy, que recibió entre el 25.5% y el 27% de los sufragios.

 

Cinco años después de su llegada al Palacio del Elíseo, Sarkozy se ha convertido en el primer presidente que pierde en primera vuelta de las presidenciales durante la V República francesa y encara ahora el reto del “más difícil todavía”.

 

Un reto que afronta desde una perspectiva bien distinta Hollande, que al poco de conocerse su victoria se presentó públicamente como “el candidato de los que quieren pasar página” y el artífice de “la unión por el cambio”.

 

También dijo que sabe que en el resto del continente se le mira y que se esperan de él decisiones para “reorientar a Europa sobre el camino del crecimiento y del empleo”.

 

Más allá de la pugna Hollande-Sarkozy, la gran sorpresa la ha protagonizado la candidata del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, que logró una importante votación, hasta una horquilla de entre el 18.2 y el 20 %.

 

Le Pen se mostró exultante con las estimaciones disponibles y dijo que la batalla por Francia “no ha hecho más que empezar”, aunque no precisó cuándo enviará una consigna a sus votantes para que opten o no por apoyar a Sarkozy en la segunda ronda.

 

El vigor demostrado en las urnas por el partido de Le Pen daría la razón a quienes consideraron que la aproximación de Sarkozy al campo de la ultraderecha, sobre todo en la recta final de la campaña, no le proporcionó réditos suficientes.

 

Los apoyos “sociológicos” que los institutos demoscópicos atribuyen en segunda vuelta a Hollande se agregan a la aproximación de los sondeos de los últimos días, que pronosticaron la mínima ventaja de la primera vuelta del mismo modo que prevén una distancia más amplia en la segunda y decisiva.

 

Los resultados de ayer no sorprenden con relación a los que los institutos de sondeos auguraban al final de la campaña y dan testimonio de que el giro dado por Sarkozy, asumiendo incluso propuestas de su rival, no ha convencido al electorado.

 

La segunda vuelta se presenta a priori más fácil para el aspirante socialista, toda vez que los votantes de izquierdas en Francia le darán su apoyo, en muchos casos no tanto por su poder de convicción como para ahuyentar cualquier presagio de un segundo mandato de Sarkozy.

 

Tanto la candidata ecologista, Eva Joly, como el del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, ya han hecho llamamientos al voto de la izquierda para sacar a Sarkozy del Elíseo.

 

El viraje hacia postulados propios de la ultraderecha protagonizado por Sarkozy -a pesar de que la gestión del presidente de las masacres cometidas en Toulouse y Montauban por el islamista Mohamed Merah pareció contentar a los votantes de ese ala ideológica- no ha evitado un ascenso de la candidata del Frente Nacional, Marine le Pen.

 

La confirmación de la cuarta plaza para el líder del Frente de la Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, estrella ascendente de las últimas semanas, deja sin respaldo en la urnas una subida de popularidad que no ha convencido tanto a los electores a la hora de votar.

 

La victoria de Hollande pone fin a una campaña dominada por los temas esencialmente franceses, por la crisis económica, por la pérdida de la máxima consideración de Francia por parte de las agencias de calificación de riesgo y por la ausencia en el debate de los asuntos de política exterior.

 

Durante las próximas dos semanas los dos rivales tienen ante sí la posibilidad de perfilar sus opciones y de jugar sus últimas cartas, con la mano a favor Hollande y sin poder ahorrar ni una sola baza Sakozy .