El investigador David Urzúa, del Centro de Estudios Universitarios de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad de Guadalajara, consideró que es urgente la actualización del reglamento de construcción, que data de 1997, ya que la antigüedad y calidad de los materiales utilizados en las edificaciones la hacen vulnerable a sismos de gran magnitud.

 

Gran parte de las viviendas de colonias tradicionales como Chapalita, Americana y el mismo centro tapatío se construyeron en los años 30 del siglo pasado, por lo que tendrían que ser reforzadas, destacó el investigador.

 

En el caso de los grandes edificios en la urbe, de hasta 45 pisos el más alto, aún no incorporan en su cimentación tecnologías con amortiguadores que impidan el derrumbe de la construcción, como ya los tiene la Torre Mayor en la capital del país.

 

Guadalajara lleva casi 80 años sin un gran sismo, luego del ocurrido en 1932 con una magnitud de 8.3 grados; en 1985 resintió otro de 7.9 grados y el más reciente de 7.6 grados en 2003. “No podemos decir que la ciudad va a sufrir graves daños, pero sí que es vulnerable”, subrayó el investigador.