La crisis europea se manifiesta a partir de las deudas internas de cada país, la condición frágil de los bancos europeos, el alto nivel de desempleo, el déficit comercial y más importante aún la introducción a una sola moneda.

 

Paul Krugman en su artículo “¿Qué aflige a Europa?” plantea que la Unión Europea no tenía las instituciones suficientes para la introducción de una sola moneda, la entrada del euro fomentó un sentimiento falso de seguridad entre inversionistas privados permitiendo así un flujo inmenso de capital, lo que tuvo como consecuencia un incremento en los precios que no pudo ser cubierto por las industrias dado que no eran suficientemente competitivas, lo que provocó los déficits.

 

El caso griego en específico se da a partir del gasto masivo y el consumismo aunado al incremento salarial, al igual que los beneficios gubernamentales que se otorgaron por formar parte de la zona euro.

 

Es importante tomar en cuenta que los países débiles al formar parte de la zona euro, no estaban en la posibilidad de tomar medidas presupuestarias muy estrictas debido a que era muy difícil hacerle frente a los retos internos. La falta de liquidez y de acceso a créditos hubiera afectado la productividad de los mismos. En 2008 cuando se manifestó la crisis financiera global, se hizo presente una mayor falta de liquidez que no logró el apoyo para hacerle frente a los déficits comerciales y a las deudas públicas.

 

Para salvar la quiebra griega, los líderes europeos han tomado ciertas medidas. En octubre de 2011, Merkel y Sarkosy idearon el rescate Bloomberg que ofrecía un plan para salvarlos de la quiebra. En diciembre del mismo año los líderes aceptaron la creación de una unión fiscal, donde la Unión Europea tuviera la posibilidad de dictaminar sobre los presupuestos nacionales.

 

El pasado 20 de febrero, los líderes europeos aseguraron un segundo plan para sacar a Grecia de la deuda, siempre y cuando lleve a cabo medidas profundas de austeridad y bajo condiciones estrictas. Los bancos aceptaron hacerse responsables de parte de las pérdidas y el gobierno griego va a pagar menos intereses de los préstamos.

 

Las medidas que han tomado los dirigentes de la Unión hacen posible la supervivencia del euro, pero eso no quita que sea un camino largo y difícil que presenta diversos retos a los distintos países. La política doméstica de cada país será crucial para el avance y crecimiento de las economías así como para la integración.

 

En el caso de Alemania, el paquete fue aprobado en mayoría por quienes disienten de la primer ministro, lo que representa una renuencia ante la posibilidad de seguir apoyando a los países débiles. Otro ejemplo es la reunión que se pospuso para llegar a un acuerdo sobre un posible fondo para evitar el contagio al resto de los países.

 

Una cuestión clave es el crecimiento de las economías europeas y a falta de éste se pueden crear tensiones políticas. Dicho crecimiento se llevará a cabo siempre y cuando se logre un mercado único y se logren liberalizar algunos sectores productivos. Un ejemplo fundamental de liberación es el sector agropecuario hoy en día altamente protegido, pero son necesarios los esfuerzos y la iniciativa política para lograrlo.

 

Otro reto importante a largo plazo es la diferencia que existe entre la competitividad de cada país, ya que plantea diferencias comerciales que no se pueden financiar, por ejemplo, Alemania puede invertir casi 5% de su PIB en el extranjero y Grecia debe pedir prestado casi 10 % de su PIB para pagar sus importaciones (Feldstein, Foreign Affairs). Al igual, es importante tomar en cuenta que desde el año 2000 las tasas de desempleo no habían sido tan altas. En los países que cuentan con la misma moneda, sólo en enero subió de 10.6% a 10.7% (The Economist, 1 de marzo 2012).

 

Hay que estar conscientes de que las medidas austeras que están planteando los países fuertes frente a los débiles, incitan el descontento social, ya que las personas no están dispuestas a que sus gobiernos hagan un menor gasto público, como ha sucedido en Grecia.

 

A pesar del descontento y las manifestaciones griegas, los líderes sí han aprobado programas de austeridad y reformas estructurales. Sin embargo, con las próximas elecciones en abril se abre una ventana de duda sobre la capacidad real que los próximos dirigentes tendrán para darle continuidad a estas políticas y el margen de acción frente a las presiones europeas. Dicha situación muestra la vulnerablidad de países como Grecia que seguirá representando una amenaza para los demás integrantes de la Unión.

 

El futuro de Europa dependerá de las reformas estructurales que logren llevar a cabo sus líderes, no sólo en cuestiones fiscales y presupuestales, sino para fomentar la productividad, la competencia y la liberalización de ciertos sectores.

 

Además de ello, la capacidad de los dirigentes para elaborar políticas a favor de una mayor integración que vaya de acuerdo al ánimo social y cuente con el respaldo y confianza del resto de los países. El pronóstico será favorable siempre y cuando se empujen estas reformas, se remuevan las barreras para un mercado único, se cree una resistencia fuerte al contagio y se trabaje hacia una mayor unión fiscal. Será de vital importancia el rol que en todo ello juegue la Comisión Europea, que deberá mostrar capacidad para monitorear las economías así como exigir el cumplimiento e implementación de las reformas necesarias.

 

 

* Internacionalista egresada de la Universidad Iberoamericana. Asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate.

 

Referencias:

Martin Feldstein, “The failure of the Euro,” Foreign Affairs, Enero-Febrero 2012

Paul Krugman, “What ails Europe?”, The New York Times, 26 de febrero 2012

R.A, “Worse and Worse”, The Economist, 1 de marzo 2012