1.- La ausencia de justicia se encuentra incubada en el pensamiento y el sentimiento globales. La sensación de desamparo nutre a las venas sociales de un espeso líquido llamado venganza (sed extrema de justicia). Hoy, Europa siente la crisis económica, y una parte importante de su ciudadanía señala a la clase política como el ancla que impide el progreso.

 

 

2. El 16 de octubre de 1998 el juez Baltasar Garzón emitió una orden de captura a través de la Interpol en contra de Augusto Pinochet. El nombre del juez se convirtió de facto en una figura global. Hasta ese momento, en los países latinoamericanos, la desafección por la justicia era motivada por el cinismo de los represores que, con tranquilidad, salían de casa para caminar por las calles como personajes cotidianos.

 

El mejor ejemplo ocurrió en Argentina con la ley de Punto Final, promulgada por el presidente Raúl Alfonsín en diciembre de 1986. Con ella, la burocracia “extinguió acción penal contra toda persona que hubiere cometido delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política”. En el olvido está la convivencia futura, decían unos. La ley de Punto Final fue anulada por el Congreso y la Corte Suprema de Justicia en junio de 2005, siete años después de que Pinochet fuera alcanzado por la justicia promovida por Garzón en Londres.

 

 

3. La figura de un juez no debería de generar raiting. La popularidad, para los jueces, puede representar una enfermedad mortal. Su mejor actuación ocurre en el silencio. Los pequeños ruidos siempre terminan siendo grandes escándalos.

 

Los nombres de los jueces no tendrían que despertar odios y pasiones masivos. Los señalamientos por parte de la sociedad tendrían que ser dirigidos hacia la esencia del common law o civil law, es decir, hacia las formas de interpretación y aplicación de las normas y leyes, y nunca hacia los jueces.

 

 

4. En diciembre de 1983 en Hendaya, Francia, el ciudadano hispano-francés Segundo Marey se encontraba en casa descansando cuando a la puerta se presentaron dos sujetos. Lo secuestraron. Pensaron que Marey pertenecía al grupo terrorista ETA. Diez días después lo liberaron. Así comenzaron a encontrarse las huellas del Grupo de Liberación Nacional (GAL), creado con fondos públicos para matar a etarras. En 1993 Baltasar Garzón abrió el caso para evitar su prescripción. Las pesquisas del juez llegaron hasta José Barrionuevo, ministro del Interior de Felipe González.

 

 

A las siete y media de la noche del 25 de febrero de 2003 Barrionuevo se convirtió en el primer ministro de la democracia española en ingresar a la cárcel. A las puertas de la prisión de Guadalajara se encontraban el entonces expresidente Felipe González, Alfonso Guerra y otras personalidades del PSOE, para darle ánimo a su amigo. González comentó: “Querían esta foto desde hace años y ya la tienen”. Diez años antes Garzón se había apuntado a las listas del PSOE para ocupar una diputación. La inercia enemiga pensó que nunca se atrevería a tocar a los socialistas. Lo hizo. Lo que nunca apareció fue la orden de interrogar a Felipe González sobre el caso de los GAL o acaso ¿nunca supo lo que hizo Barrionuevo?

 

 

5. Sin lugar a dudas los espejos más claros donde se pueden ubicar los movimientos estratégicos en contra o a favor de Garzón son los periódicos El Mundo y El País, los dos con mayor tiraje representan el campo de batalla ideológico al que acuden los ejércitos de lectores todos los días. Pedro J. Ramírez, primero dirigiendo Diario 16, y actualmente a El Mundo, ha sostenido una lucha nada soterrada frente a los socialistas y contra todo lo que se les parezca. Él fue quien reveló los quehaceres de los GAL. En ese entonces simpatizó con las causas de Garzón, ahora que el caso Gürtel revela un entramado de corrupción en el Partido Popular (PP), Pedro J. ha sido uno de los más furibundos críticos de Garzón.

 

 

El coro editorial de El Mundo lo encabezan Francisco Jiménez Losantos, un impresentable del sector mediático español quien, al día de hoy, sostiene que el atentado en la estación de trenes de Atocha no fue producto de un entramado islámico sino un acto táctico del que Zapatero conoce muy bien, y el ultra conservador Luis María Ansón, otrora director de Televisa España y de los periódicos ABC (monárquico) y La Razón en éste último permaneció hasta que el grupo Planeta lo compró. El motivo de la renuncia de Ansón fue el origen catalán de los dueños del principal grupo editorial español, es decir, su nacionalismo de pandereta lo orilló a dejar la dirección del periódico.

 

 

El encabezado de El Mundo del viernes pasado fue: Garzón expulsado por actuar como los jueces de los “regímenes totalitarios”. Al otro lado del espectro se encontraron las ocho columnas de El País: “El Supremo acaba con Garzón”.

 

6. La sentencia del Tribunal Supremo es devastadora. Condena a Garzón a 11 años de inhabilitación para cualquier cargo relacionado con el poder judicial por el delito de prevaricación al ordenar las escuchas de las conversaciones entre abogados y clientes en el caso Gürtel sabiendo que estaba incurriendo en un delito.

 

 

El Supremo asegura que tales escuchas no fueron “una interpretación errónea de la ley sino un acto arbitrario que, carente de razón, desmantela la configuración constitucional del proceso penal como un proceso justo”.

 

 

La sentencia es fulminante cundo señala que Garzón realizó “prácticas que en los tiempos actuales sólo se encuentran en los regímenes totalitarios en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa”.

 

 

De las tres imputaciones en contra de Garzón, el caso Gürtel era el más difícil de ganar por el juez global. La ley prohíbe las escuchas aunque las interpretaciones de Garzón puedan ser válidas para la sociedad que pondera el caso de corrupción muy por encima de la propia ley.

 

 

7. Baltasar Garzón se metió a un embrollo legal/mediático que exacerba lo mismo a sus enemigos como a sus amigos. La globalización ya dio su veredicto: Garzón pasará a la historia por haber agregado ácido a la vida placentera que tenía Pinochet hasta un segundo antes de ser informado de las intenciones del juez español.

 

 

Respecto a las tres imputaciones actuales: Gürtel, franquistas y clases en Nueva York, el veredicto es que la política ya se encargó de contaminar los casos. Frente a ellos, los enemigos y los amigos.

 

@faustopretelin